sábado, 29 de diciembre de 2007

LA CRONIQUITA

El título es parte de un juego simpático que disfruté la pasada semana. Hablando de cosas serias, en mitad de la conversación, mi amigo Jose me dijo: "Eso puedes utilizarlo para tu croniquita del sábado". Seguimos hablando sobre lo anterior y al final de la conversación le comenté: "Por cierto, lo que tú llamas croniquita se llama...¡artículo!". Los dos reímos aquel día y lo hemos seguido haciendo toda la semana. En aquel momento le dije que el último del año tendría ese título.






Hay muchas más cosas que caben en esta entrada que no aspira a ser resumen. Pero hay una que debería estar en todas. Lo que perseguimos es la felicidad, la nuestra y la ajena. Ése es nuestro objetivo y nuestro compromiso. Así que, a ser felices. Al menos, debemos intentarlo. Lo demás son vainas. ¡Feliz 2008!









La croniquita




MI amigo Jose, léase así: sin la tilde en la e, le ha puesto título a estas letras. También muy probablemente es responsable, con una multitud, de parte de su contenido. Acaba un período intenso en unos días y comienza otro nuevo, distinto por definición. Pero en estos tiempos de cambio se impone el balance; como todos personal y parcial, aunque sin complejos.
Doce meses nos han dado para vivir instantes veloces, montados en trenes de desarrollo. En un año se han modificado, con la responsabilidad que cada uno tenga, las bases normativas de las estructuras sociales de nuestra tierra cuando aprobamos un marco institucional más moderno con el Estatuto. Nos reconciliamos con la historia y la memoria al reconocer el mérito y el valor de los que por tanto tiempo habían sido silenciados después de enterrarlos en fosas comunes.
El río Guadalquivir se ha hecho más andaluz que nunca y el agua, que no es de nadie, se gestiona más cerquita. Un vendaval ha abierto nuevos caminos para ganar redes de solidaridad con quienes más lo necesitan, a través del sistema de dependencia que busca la autonomía personal. Han sido días de avances en igualdad sin que el sexo nos distinga en la ley. Como si fueran carreteras, que también lo han sido, se han acortado las distancias entre pueblos y ciudades con normas que ponen el desarrollo real – el sostenible – en el eje del mundo rural. A pesar de los agoreros, pudimos celebrar la democracia próxima, la más cercana, la del agente que construye sus pueblos, y sus ciudades, en los ayuntamientos.
Más allá de la producción legislativa que ha cambiado el color de nuestra sociedad, hemos vivido con naturalidad. Nada se ha roto ni da señales de que así vaya a ser. No hay que temer que en la próximas horas el cielo caiga sobre nuestras cabezas de forma que cerraremos un año que entre todos ha dado frutos importantes para el resto. Es la normalidad la que nos lleva a vivir sin sobresaltos y lo que hacemos, o dejamos de hacer, es importante sólo en la medida de la utilidad que tenga para mejorar. Creo que lo hemos hecho y además podemos continuar por ese camino. De cualquier forma resulta esencial gozar de esa normalidad tranquila en nuestras vidas, en las parcelas que nos definen como seres humanos que quieren compartir un espacio de la mejor manera posible .
En fin, al creer, en medio de las dificultades y de los errores que acompañan toda empresa humana, que estamos en un camino correcto es bueno recordar que somos lo que somos no para amar en silencio lo que pensamos, sino para llevarlo a cualquier sitio donde se pueda seguir alcanzando la felicidad. Como dice mi amigo Jose, ahí reside la clave. El ser humano debe aspirar a ser feliz y nuestra obligación es intentarlo. También el próximo año.

1 comentario:

Anónimo dijo...

el cispa!!

reinas vagas
aguante bocaaaaaaaaaaaaa!!!!!!!!!!
buenisimo!