sábado, 15 de diciembre de 2007

DIGA 33 ( A PROPÓSITO DE MI MADRE)

Uno no cumple años todos los días. Esta semana he celebrado mis treinta y tres. Como normalmente no lo hago, he querido invertir el orden normal de los regalos y aprovechar, en toda la extensión del término, la oportunidad de hacer público un sentimiento que supongo comparten la mayoría de los que somos hijos en este mundo. No lamento haber utilizado el espacio que me ofrecen, y éste que me doy yo, para escribir unas líneas sobre mi madre. Lamentaría, en cambio, no haberlo hecho. En fin, este artículo es intimista pero no es íntimo porque lanzo a quien quiera leerlo mi verdad sobre mi madre. Espero que muchas personas se sientan identificadas y aprovechen la ocasión para escribirlo o decirlo. El tiempo no pasa en vano. Es una torpeza no decir lo que sentimos. Te quiero mamá.
DIGA TREINTA Y TRES

Edades hay tantas como personas que cumplen años. El género humano quema etapas y las celebra, o no. El resto del reino animal también pasa por esas conquistas del tiempo pero, hasta lo que se conoce, sin conciencia. Los seres humanos, sentados plácidamente en lo alto de la escalera evolutiva, sí la tenemos. Percibimos, y disfrutamos o sufrimos, cómo transcurre nuestra vida junto con otras ajenas que nos importan.
He pensado siempre que para explicar el presente debemos acudir a los orígenes, que es un concepto algo más amplio, y menos hiriente, que el pasado. Los míos recuerdan una cara amable, una sonrisa tierna y un cuidado sin desmayo. Se serenan en un mundo completo de cariño, donde no había de todo pero todo lo que había bastaba. Muchas veces me pregunto cómo fue posible que no percibiera los momentos malos que siempre acompañan la vida de una familia pero la respuesta es simple y contundente: por el esfuerzo de mi madre.
Nos decían en el colegio que los seres vivos nacen, crecen, se reproducen y mueren. Conforme fui creciendo, contemplé con más o menos intensidad que las cosas alrededor menguaban. Luego descubrí que no era así, se mantenían igual: era yo el que iba haciéndome mayor. Estaba en el segundo estadio de lo enseñado y las complejidades que atravesaba eran tan sencillas que para un chaval, primero, y un adolescente, después, suponían – como es lógico – el mayor problema del mundo. Ante eso, encontraba la comprensión para lo que me pasaba de quien sufría complejidades tan reales y enormes que no llegaban a ser problemas: mi madre.
Uno hace su vida y se marcha. Empieza el camino por su cuenta y va asumiendo responsabilidades que unas veces elige y otras no. Es el mundo real. Ahí ya se nota el vértigo de la decisión. La pareja que conformas, la familia, el trabajo, la falta de tiempo, los desencuentros, las pérdidas…al poco has cambiado los papeles y de repente, cuando sólo estabas acostumbrado a recibir, eres tú quien debes dar. Es en ese punto del viaje cuando notas lo mucho que te han dado y lo poco, ¡lo poquísimo!, que lo has agradecido. Pero cuanto más cuesta arriba se pone el sendero, queda un resquicio para tomar aire, porque hay quien está dispuesta a prestarme el suyo para que a mí no me falte, aunque se quede sin nada: mi madre.
El sentimiento que late en el corazón de un hombre de treinta y tres años estrenados es que le harían falta trescientos treinta y tres mil más para devolverte parte del mismo cariño y cuidado. No se lo digas a nadie pero cuanto más crezco, más chico quiero ser. Gracias por ser mi regalo.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Para cuando un articulo dedicado a una persona que se siente obligada a leer su articulo todos los sabados y a ponerle comentarios en su blog?

RICARDO VERA dijo...

Gracias anónimo por tu comentario. Leer este blog no es obligatorio. Éste no es un artículo dedicado a mi madre, sino sobre mi madre y la repercusión de lo que es en lo que soy. Salvado esto, es difícil dedicar una artículo a alguien cuiya identidad desconozco, ¿no cree?

Anónimo dijo...

Bonito artículo, esta escrito con sentimiento pero sin resultar empalagoso, seguro que tu madre tiene que estar muy orgullosa de ti, al leerlo como madre que soy me ha emocionada, y seguro que más de una ha pensado que es a ella a quién se lo escribe su hijo o hija, mi enhorabuena a tu madre por parir un hijo como tu.

Fátima Ramírez Cerrato ~ Mernissi~ dijo...

Estupendo artículo ... recuerdos y emociones ;-)

RICARDO VERA dijo...

Gracias Ginebra y Mernissi por entrar y dejar un comentario en este artículo.
En fin, no sé si lo escrito habrá servido a alguien pero si os ha evocado lo que decís, me alegro mucho.

Gracias de nuevo. Nos leemos.

Anónimo dijo...

Fabuloso artículo amigo y compañero Richard.. me ha gustado mucho tu artículo sobre tu madre y ojala pueda tener yo ese extenso pensamiento y vocabulario para realizar mi blog que ya conoces..... en definita tengo mucho aún que aprender de tí; y tengo mucho de que reirme junto a tí...
Un Abrazo.