viernes, 19 de diciembre de 2008

TRES MÁS CUATRO: SIETE

Tres más cuatro: siete
Uno se plantea que ir creciendo se hace cada vez más complicado. Lo que envejece, lo que en realidad te hace mayor, no son los años, ni el peso, ni las canas, sino la responsabilidad del día al día. Es la propia vida la que marca, con una cadencia inexorable, el tic-tac de un reloj impasible que come, engulle – por momentos, lo que te va dando. Me estoy haciendo viejo.
Acabo, como cada año, de estrenar otra cifra en mi edad adornada con retazos buenos, malos, regulares y estoy convencido de que, a esta altura, no es lo que hacemos lo que nos define, sino lo que somos. Yo soy imperfecto, banal, cutre, inmaduro, aventurado hasta la temeridad, inconsistente y pierdo mucho vestido.
Cuando mis nenas lean esto porque quieran ver las tonterías que su padre escribía, cuando le dejaban llenar un trozo de periódico, descubrirán que las letras que antes he escrito son ciertas. Ellas, ahora, me miran como si fuera el héroe que no soy, represento para sus vidas un referente que necesitan y disfrutan los momentos que pasamos juntos con una pasión que comparto, pero – al tiempo – envidio porque me conozco y me temo. El hecho es que les debo todo y les puedo ofrecer muy poco.
Un amigo mío me ha regalado hace poco una sentencia, que no sé si le pertenece. Me ha dicho que contra la provocación, paciencia y contra la estupidez, comprensión, para terminar dando a la oscuridad, luz y bien al mal. Si yo supiera enseñar esto a mis nenas, la vida que habito cobraría un sentido que me sublimaría. La clave debe andar por ese camino, sin mucha más retórica.
Los números encierran significados para algunas tradiciones culturales que me son cercanas. El siete es la suma del tres y el cuatro. El tres representa la imaginación, la fuerza de la mente, y el cuatro señala lo material, el peso de lo tangible. Unidos, hacen un complejo que traza su sentido trabando muchos aspectos que se ligan por estos condicionantes.
Quiero regalarle a mis nenas un juego con los números, en el momento de cumplirlos yo. El tres de la imaginación debe darles la capacidad de análisis y de observación de la realidad para cambiarla. El cuatro, la aplicación de sus conclusiones a su mundo, en el que estén, sabiendo que siempre hay elementos que no van a controlar. Cuando lo sumen, que contemplen el conjunto de manera equilibrada. A lo mejor tienen que hacer un siete a su suerte, que si la buscan, la encuentran. Yo la logré con ellas. Mi suerte. Y siempre me sonríe.

TREINTA AÑOS DE RAZÓN

Treinta años de razón
Celebrar la Constitución por sí misma, como elemento fundacional de una etapa democrática sin precedentes en nuestro país, merece la pena como acto de desagravio a tanto insulto, perecedero pero dañino, que ha de soportar casi a diario. Debo admitir que no la sacralizo ni mucho menos la considero perfecta, ni siquiera completa, pero reconozco en ella una virtud enorme: su permeabilidad, la capacidad para superar - sin tocar apenas el texto - los retos que el cambio social de España, extraordinario en toda su dimensión, ha ido generando a lo largo de estos treinta años de libertad.
Admiro lo que la Constitución Española supuso para al menos dos generaciones completas que sufrieron la dictadura y arrimaron el hombro para conseguir la democracia. No obstante, el bien más preciado que nos aporta su aprobación no es la solución a la falta evidente de derechos y libertades que el país padeció injustamente por el defecto histórico del régimen franquista sino la conquista de su permanencia para mi generación y las que la siguen. El triunfo de nuestro sistema, con todas las carencias que los nostálgicos y los críticos puedan señalar, está en su continuidad. Este país tan complicado, con tantos complejos rara vez superados y casi nunca afrontados, ha disfrutado de un clima suficientemente estable para que la política de las grandes oportunidades, y también la de las pequeñas cosas, se haya desarrollado a pesar de conspiraciones militares que acabaron en un grotesco intento de golpe de estado, con gobiernos de signo distinto, tensiones sociales por diferentes motivos, nacionalismos periféricos, reclamaciones diversas (unas fundadas y otras exageradas), trifulcas dialécticas y discursos teóricos que ha solventado con un pragmatismo envidiable: sirve porque disfrutar la democracia la avala.
Treinta años es un tiempo de vigencia razonable. La virtualidad de una reforma que nos dote de una Constitución nueva no es presivible porque se requiere la altura de miras que se tuvo en el país en aquella época. Pero ni tal altura existe ni los retos que afrontamos son de la misma naturaleza histórica como en aquella ocasión. De cualquier forma, comparto el criterio de quienes piensan que es importante repensar el texto para, si se hace preciso, reformar su contenido y así nadie sea acusado de forzar su interpretación al objeto de que todo quepa.
El valor de mi país reside en las personas que lo habitan. Muchas de ellas decidieron con alegría, ilusión y ambición, darse esta regla de vida común en 1978. Otras muchas celebramos hoy su acierto.

LA CALAMIDAD DE UN JUEZ

La calamidad de un juez
Si quienes han de aplicar la ley la prostituyen, el país entrará en una crisis de ética cívica. Hasta la misma Murcia llegó la ola de homofobia que salpica Europa. Un juez estuvo largo tiempo impidiendo que dos mujeres casadas sostengan su natural derecho a la maternidad compartida, con arreglo a las leyes de nuestro país. Una niña nacida de una de ellas, mediante la inseminación artificial, fue benevolentemente protegida por este servidor público al dificultar que la cónyuge de la madre biológica accediera a la maternidad de la criatura. Es el concepto moral de la familia normal, que tiene el sujeto en cuestión, el que ha sometido a una perversión indecente a estas mujeres que han decidido ser madres. Esta semana se ha celebrado el juicio contra este juez.
Las trabas que puso en el procedimiento son muchísimas. Incluso designó a la Dirección General de la Familia de Murcia para que defendiera el interés de la menor, cuya adopción - absolutamente racional - pretendía la cónyuge de la madre biológica, para compartir una maternidad que ya ejerce desde el nacimiento. Pidió el consenso de todos los psicólogos para pronunciarse sobre la normalidad de la situación y se preocupó especialmente de la tendencia que la niña pueda tener en el futuro hacia la homosexualidad, dado el patrón en que se criará con sus dos madres.
Lo insólito es que este juez de pacotilla, martillo de herejes, sostuviera con pobres argumentos jurídicos una posición moral de carácter individual y confundiera la normalidad con lo común. Una familia es tan normal como otra con independencia de lo que corresponda determinar a un simple juzgador. Otra cosa es que sea menos común, menos frecuente, menos cotidiana, extremos que nada tienen que ver con la normalidad jurídica de una relación que, en cuanto a su ámbito e intensidad, se rige por lo que las partes de esa relación decidan y, en cuanto a su virtualidad jurídica, se definen en plenitud de derechos por las leyes que las permiten y avalan.
No sé si su conducta merece reproche penal, pero dificulta su capacidad como administrador de justicia. Plutarco decía que los malvados no necesitan el castigo de Dios ni de los hombres porque su vida atormentada ya es un profundo penar.
Nadie obliga a este juez a casarse con un hombre y adoptar. Si su moral se lo impide, no puede ejercer el poder que le confiere el pueblo para impedir la aplicación de la ley a quien no se sujete a su credo. La cuestión es simple: ha de servir a la ley, no servirse de ella.

sábado, 22 de noviembre de 2008

LA VICTORIA QUE NOS ROBARON

La victoria que nos negaron

Tal día como hoy en 1975, nuestro país vivió un estertor del régimen oscuro que lo mantuvo cautivo por casi cuarenta años. Los hombres de Franco - muerto dos días antes - entregaban su legado de gobierno en la Jefatura del Estado al Príncipe de España, que reina desde entonces.
Juan Carlos de Borbón y Borbón sucedió a título de Rey a Francisco Franco jurando los principios del Movimiento, eje político de la dictadura, y las Leyes Fundamentales del Reino, pretendida suerte de compendio constitucional de un sistema sin derechos. Es el comienzo de la reforma. España transitaría a partir de ese momento desde un Estado sin garantías hasta un sistema democrático, primero tímido y pacato, luego consolidado y estable. De la ley a la ley, que se dijo entonces, bajo la previsión – dogmática, pero permeable - de Torcuato Fernández Miranda, España alcanzó una posición común, comparable con nuestro entorno europeo y digna en el concierto mundial.
El estertor que antes escribía fue en verdad eso mismo: el último aliento de un régimen muerto durante el luto de su valedor. Los republicanos de aquel momento, y en cierta manera los de ahora, entendieron la proclamación del Rey como un episodio más del esperpento franquista y no supieron, o no quisieron, aceptar su figura de la manera que su discurso presagió con cautela: la concordia entre españoles hacia la democracia y a través de ella. El sitio que Franco sólo fue capaz de ganar con la guerra, las muertes, el miedo y la represión, ha sido conquistado por Juan Carlos con un proceso paulatino de legitimidad por el ejercicio, saneado con una legitimidad de origen constitucional que, en puridad, no es tal. Al final, importa el resultado. El balance es muy positivo, sin duda.
En estos tiempos de justa reivindicación de memoria colectiva histórica, que restituya el honor y la dignidad de cuantos sufrieron la opresión criminal de una dictadura cruel, es conveniente refrescar también la memoria reciente, para que los homenajes al general golpista, carcelero de media España, soportados estos días, a pesar de la ley vigente que los borra del espacio público, no cubran de tristeza la celebración democrática, republicana o monárquica, de la recuperación de la libertad por el triunfo de la razón biológica. Fue una victoria robada al tiempo, escrita con jirones de piel, moratones, fosas comunes y coágulos de sangre de un montón de ciudadanos y ciudadanas, que siempre se sintieron libres a pesar del enterrador. Robada al tiempo, conformes…¡pero qué victoria!

sábado, 15 de noviembre de 2008

LA VIVIENDA COMO OBJETIVO

La vivienda como objetivo

Una encuesta reciente ha señalado una preocupación de los jóvenes como fundamental: la vivienda. Los gobiernos tienen que prestar atención a este tema, haciendo especial hincapié en las medidas puestas en marcha para los jóvenes, pero también en materia de alquiler, ayuda a promotores, rehabilitación y suelo.
Es vital contar con una herramienta para garantizar a las familias el acceso a una vivienda digna a precio razonable pero es también la mejor respuesta que tienen las empresas para afrontar la coyuntura actual del mercado residencial. Es hora de establecer metas muy ambiciosas ya que por primera vez hay normas que garantizan que no se dedique más de un tercio de los ingresos mensuales al pago de una vivienda, ni más de una cuarta parte al alquiler. Es una política necesaria en materia de garantías de derechos esenciales pero es también una oportunidad para paliar los efectos del descenso de la actividad en el sector de la construcción.
La activación de una política dinámica en materia de suelo y vivienda tiene por tanto una dimensión primera que opera sobre el incremento en el acceso a una vivienda en condiciones razonables con opciones que favorecen la igualdad y otra dimensión paralela, no menos trascendente, que supone la revitalización de un sector como el de la construcción que ha perdido vigor en los últimos tiempos.
Los ayuntamientos no pueden permanecer ajenos a esta realidad y han de contribuir desde sus posibilidades a ese doble objetivo que ayudará a paliar las consecuencias de la actual situación económica de este sector, mediante el mantenimiento, e incluso el incremento, de los puestos de trabajo de la construcción si se facilitan desde la administración los recursos para la efectiva posibilidad de construcción de vivienda pública. El gobierno local tiene que orientar sus previsiones urbanísticas hacia el camino que haga posible que el suelo útil para construcción de vivienda protegida esté a disposición de empresas públicas, de modo que puedan promoverse actuaciones que contribuyan al mantenimiento de los puestos de trabajo del sector al tiempo que se cumplan los objetivos que persigue la ciudadanía.
La experiencia nos regaló una iniciativa privada que, en tiempos de bonanza, aumentó el número de los ricos. Los gobiernos de estos momentos, que no lo permitieron, han de resolver la papeleta que deja el ladrillo de la especulación. Tiempo de soluciones: ya.

sábado, 8 de noviembre de 2008

LA VICTORIA DE ANN


La victoria de Ann

La campaña americana nos ha dejado imágenes sensibles y asombrosas; discursos para la Historia que nos han mostrado cómo los candidatos han significado sus posiciones apoyándose en una forma de proponer sus valores para convencer al electorado muy pegada a la tierra, muy comprensible para la mayoría a la que se dirigían.
El candidato perdedor, cuyo discurso de aceptación de la derrota ha sido probablemente el mejor de su campaña, canalizó el mensaje central de sus propuestas a través de una persona real al que se le otorgó, por virtud de la repetición, una celebridad escasamente productiva para los intereses republicanos. Joe el fontanero representa una parte importante del universo político estadounidense, receptora de una tradición sostenida en la individualidad por encima de la colectividad: el poder de la persona preservado frente al del Estado. Ese postulado se exageró desde el reaganismo, cuando se afirmó contundentemente que el gobierno no era la solución, sino el problema. Joe, ni tan fontanero ni tan inocente exponente de esta concepción conservadora, se convirtió en el estilete de la estrategia de McCain contra Obama. El presidente electo respondió al envite reforzando el argumento central de su política: el cambio también llegaría a los fontaneros.
La noche de la victoria regaló al mundo un discurso que glosaba la ambición de una generación, hambrienta de liderazgo político, y apareció otra persona real. El ganador de las elecciones reflejó su gratitud hacia los millones de votantes que depositaron en él su confianza en la figura de Ann Nixon. El relato de más de un siglo, encarnado en esta mujer negra de Atlanta, conmovió a su auditorio entregado y feliz. Recordó que el país que Ann ha visto padeció la esclavitud de seres humanos, la reconstrucción social tras la Gran Depresión y las guerras y la segregación racial para que en 2008 una mujer de 106 años depositara su ilusión, en forma de voto electrónico en una cabina, para conducir al país que tanto la hizo sufrir hacia el cumplimiento de su sueño americano.
La alegría de millones de personas en los Estados Unidos y en el resto del mundo contagia de optimismo al impulso de una nueva forma de practicar la política. No sólo ha ganado Obama: Ann ha perseguido la felicidad a lo largo de su vida. Su búsqueda es un derecho fundacional en su país. Muchos tenemos un sueño: la solución que aporta el futuro gobierno de Barack Obama tiene la obligación moral de aproximar su conquista.

sábado, 1 de noviembre de 2008

BARACK OBAMA: TIEMPO DE ESPERANZA

Barack Obama: tiempo de esperanza

Es definitivamente la hora del cambio en América y ese cambio nos traerá al resto la tranquilidad de una administración más digna que la ha dirigido el país más poderoso del mundo los últimos ocho años. Es fundamental para los Estados Unidos elegir la esperanza que Obama representa frente a una concepción de gestión pública donde la economía se valora exclusivamente por la ley del mercado y sostiene una postura internacional fundamentalmente belicista y unilateral.
Los demócratas tienen la ilusión de recuperar el gobierno de su país, tras la derrota de Kerry en 2004 y la vergonzante no-derrota de la mejor oportunidad perdida de ese país en las elecciones de 2000, cuando Gore no alcanzó los votos electorales precisos para convertirse en el sucesor de Clinton. Esa ambición la compartimos millones de ciudadanos en todo el planeta. Estoy convencido de que un presidente demócrata entonces habría contribuido a diseñar una estrategia mundial bien diferente de la que heredará Obama. La “historia de la infamia” que Roosevelt invocó tras el bombardeo japonés de Pearl Harbour, reutilizada por Bush el 11-S, ha aumentado algunos capítulos con el gobierno del peor presidente de los EE. UU, hasta donde la memoria alcanza: la invasión ilegal de Irak, la inhumana consecuencia de Guantánamo, la intolerable visión ultraliberal de la economía, la insoportable concepción teocon de la política, el desprecio al multilateralismo, y tantas otras villanías infringidas en el concierto internacional, han de pasar factura a un modo de hacer política que merece no sólo ser derrotado sino urgentemente desterrado.
Obama plantea un contrato social entre dos partes: el pueblo americano y su gobierno federal. Esto es lo que se juega pero la partida tiene unas implicaciones más allá de la frontera que marca el ámbito de ese acuerdo. El líder de los Estados Unidos tiene una responsabilidad primera antes sus electores pero además, una vez investido presidente, debe ejercerla ante el resto del mundo, con sus aliados y con los que no lo son. El próximo presidente de los Estados Unidos de América tiene que recomponer la cara amable de un país al que Bush ha hecho antipático.
Barack Obama ha dicho que no será un presidente perfecto. Habrá políticas que no compartamos pero es vital volver a contar con Estados Unidos desde el respeto. La historia reciente tiene una cita pendiente: el cuatro de noviembre es el tiempo de Obama; llega el cambio, vuelve la esperanza.

sábado, 25 de octubre de 2008

JUZGAR, PARAR Y PENSAR

Juzgar, parar y pensar

El paro de la justicia es lamentable. Asumir que un servicio público de una importancia capital cierra es sencillamente penoso. La falta de medios, la condición obsoleta de las leyes procesales del país, la dificultad de los trámites, la preparación profesional escasa de algunos administrativos que cubren de forma temporal o interina esos puestos de trabajo en los juzgados, cuestiones todas ellas – al menos – discutibles, no justifican que dejen de trabajar, explícitamente o de forma velada, dos de las piezas del engranaje que están definidas como esenciales en la administración de justicia. Los jueces y los secretarios judiciales dirigen coordinadamente la acción de la justicia que afecta a las personas. No hay derecho a que no haya derecho.
Valoro como eje fundamental del Estado la justicia, que emana del pueblo, y defiendo su independencia como garantía del sistema democrático. Deploro viciar su práctica con la imposición de la voluntad del poder ejecutivo sobre el judicial. Creo que la división de poderes, más o menos rígida, sobre cuya fortaleza pueden y deben contrastarse opiniones – junto con el respeto escrupuloso de los derechos humanos -, es fundamento de la democracia en libertad. Pero no confundo el respeto a la independencia de esos servidores públicos (de una honestidad y preparación colectiva envidiable) con aceptar sin rechistar su conducta, afirmando sin más que tengan razón siempre en lo que piden y cómo lo hacen. El gobierno, éste y cualquier otro, está obligado a dotar de medios y recursos a los servicios públicos. Si no cumple, el ciudadano (juez de su vida) tiene que exigirlo, hasta gritando.
Lo que contemplo es que cuando un juzgado toma una decisión que no comparto y me afecta, recurro. Lo que sostengo es que no puede ampararse un error gravísimo de dos funcionarios concretos (por negligencia, impericia o desidia) en los fallos de un sistema, que programa un Estado pero que ejercen personas que deciden sobre otras. Levantar el velo de la culpa propia para excusarla en una general cubre de indignidad el valor de las buenas y justas resoluciones que salen de los juzgados a diario, con las mismas carencias y dificultades.
La independencia judicial no se consagra con el silencio de la ciudadanía ni sus políticos. Son servidores públicos sometidos a la ley. Son ciudadanos y ciudadanas que gestionan temporalmente un poder del pueblo. No es suyo, es nuestro. La ley nos iguala. También a quienes la aplican. Deberían pararse a pensarlo.

sábado, 18 de octubre de 2008

DIPUTADAS MADRES

Diputadas madres
El gobierno andaluz ha perdido esta semana alguna votación en el Parlamento debido a la ausencia por baja por maternidad de dos diputadas socialistas. Faltaron también otras diputadas, de cada bancada, por motivos de salud. Esta anécdota no tendría importancia si no fuera porque propicia un debate necesario para garantizar la participación en la actividad pública de las mujeres que deciden ser madres. Como es lógico, muchas otras madres encuentran dificultades en sus vidas profesionales, además de las propias de su ámbito personal, para desempeñar sus tareas y estas ocupaciones son tanto o más importantes que las que desarrollan las diputadas. No obstante, mi propósito es defender la postura que tengo sobre este asunto, sin entrar en comparar situaciones ya que para cada cual la suya es la relevante.
La diferencia esencial entre el trabajo que desarrolla una diputada con respecto a otra trabajadora en lo que se refiere a la maternidad es que la primera no puede ser sustituida. El voto de las diputadas, y de los diputados, es personal e indelegable. En cambio, una trabajadora por cuenta ajena puede ser sustituida sin coste durante su período de baja por maternidad. Es normal que la marcha del trabajo pueda resentirse pero no se suspende ni dejan de hacerse las cosas que han de llevarse a efecto.
Cuando votamos elegimos un Parlamento en función de las listas que los distintos partidos nos presentan. Andalucía es además exigente en garantías de igualdad formal y material porque se obliga a la paridad bajo el criterio “cremallera” (mujer-hombre u hombre-mujer). El sistema debe perfeccionarse porque si la aspiración deseada por la ley se concreta en efecto, y se logra la paridad plena, no puede condenarse a las mujeres a no desarrollar su vida personal en el tiempo que son diputadas. ¿Alcanza la paridad el sacrificio de postergar una maternidad querida? ¿Puede defenderse para todo caso en la era de la revolución tecnológica que el voto exija presencia física? ¿Ha de soportarse el vicio torticero del juego de las mayorías elegidas, aprovechándose de esa circunstancia personal?
Me temo que si los diputados varones fueran madres, haría ya tiempo que un sistema telemático de votación con garantías conviviría con el tradicional voto presencial. Y las votaciones se ganarían o perderían en función de las mayorías, dejando aparte la biología. Así que una de dos, o hacemos que los diputados empiecen a parir o nos conectamos a Internet. Lo que resulte más fácil.

TRABAJO DECENTE

Trabajo decente
Más de doce millones de personas en el mundo trabajan en condiciones de esclavitud, doscientos millones de trabajadores deberían estar en la escuela porque cuentan menos de quince años. En el planeta mueren más de dos millones de personas por accidentes laborales, los derechos sociales, laborales y sindicales no se respetan en muchos países y el cincuenta por ciento de la fuerza productiva de la Tierra, personas que se dejan la piel para vivir de su trabajo, no llevan a sus casas más de dos euros al día.
La globalización nos ha situado en órbita porque facilita el intercambio rápido de bienes, productos y servicios. También de trabajadores y trabajadoras. En cierta manera, este sistema ha repercutido positivamente en la extensión de la democracia y también ha consolidado expectativas de crecimiento económico sostenido y continuado. Pero junto con esas bondades relativas ha dejado una maldad real: la brecha de separación hombre rico-hombre pobre (ser humano afortunado-ser humano acongojado) es mayor. La diferencia entre países es hoy más evidente y además la fractura dentro de estos es una realidad. El hecho de que los efectos de la devastación que produce esta falta de respeto a la dignidad humana sea mayor en los países en desarrollo no puede ocultar los que provoca además en los desarrollados. En países como el nuestro disminuye la participación de los salarios en la renta nacional, aumenta la precariedad y se generan situaciones de injusticia social que conllevan un incremento de la siniestralidad laboral y la desprotección del mayor agente productivo de una sociedad: la persona trabajadora.
Europa, espejo de nuestras ambiciones en tiempos de la oscuridad de la dictadura, nos ha decepcionado con el intento de reforma de la directiva que regula el tiempo de trabajo. Un grupo de países opta por permitir que pueda llegarse a trabajar hasta 65 horas. España lidera lo contrario, por dignidad. Un trabajo decente es, como mínimo, el que se hace con contrato, salario digno, protección social, derechos sindicales y sometiéndolo al respeto para la negociación colectiva y el diálogo social.
El siete de octubre, la fuerza productiva de 155 países se echa a la calle para defender su trabajo. Necesitamos dar dignidad a una actividad esencial. Se trata de exigir trabajo decente para los que van a reclamarlo al mundo y por los que no podrán salir porque seguirán ese día construyendo el mismo mundo, que les niega dignidad con su indecencia.

LA HISTORIA DE LA DEUDA

La historia de la deuda
Admitiré una cuestión previa. El asunto de la deuda histórica me ha parecido desde siempre una cuestión menor. Reconozco que prefiero mirar al futuro con ambición legítima y confiando en la capacidad de las personas para transformar la realidad. Andalucía no es una excepción. Que no es lo mismo que era es evidente, que seguirá cambiando es una obviedad. Lo que no está tan claro es si avanzaría en la misma dirección en función de su liderazgo. Tampoco es lo mismo. Yo no tengo dudas pero, lógicamente, no me importa contrastar mi opinión (para evitar suspicacias, parcial y subjetiva, como todas)
Errores. Asumir el debate con el Estado sobre la deuda histórica pautado en el tiempo puede procurar, como ha sido, problemas de oportunidad política, de raíz económica. La diferencia de criterio entre el gobierno de España y el de Andalucía no reside tanto en los servicios que la administración del Estado ha desatendido secularmente con los andaluces como en la cantidad. La deuda es técnicamente el déficit de Andalucía en servicios esenciales como vivienda, sanidad y educación en el momento de su traspaso. Sin el abono de la deuda, salvando los anticipos acordados en 1996 por González y en 2007 por Zapatero, Andalucía - que iba de pena en pena - ha logrado montar en sus servicios un sistema bien engranado y competitivo, con el esfuerzo de sus gentes. Soportará, y deberá reconocer, críticas y necesitará mejoras y reformas, pero es evidente el crecimiento sostenido, particularmente rápido en el último decenio, de nuestra sociedad.
Necesidades. La deuda histórica es una exigencia estrictamente legal. Nuestro Estatuto, el que nos hemos dado, la incorpora. Es nuestra norma institucional básica en Andalucía pero también es ley orgánica integrante del ordenamiento español. El Parlamento cifró una cantidad mínima, 1148 millones de euros, por debajo de la que no hay posibilidad de acuerdo. Si la Junta hubiese aceptado un pacto con el Estado que no lo respetara, habría incumplido la obligación que nos impusimos con el Estatuto. La respuesta es significativa: menos, no. Así que, para firmar un “cumplo y miento”, mejor seguir trabajando para darle cumplimiento.
Rigor y sorpresa. Más allá de la virtud del abono de una cantidad u otra, el presente político nos regala nuevos defensores, recién reciclados al lado del pueblo, aunque poco populares. Esta historia nos dará motivos para seguir sonrojándoles porque tienen una deuda histórica de disculpas con este pueblo.

LA DIMENSION DE LA OPORTUNIDAD

La dimensión de la oportunidad
Reconozco que no seré popular. La crisis que soportamos, las consecuencias de su incierta magnitud, la imprecisión que acompaña al vértigo de los acontecimientos nacionales e internacionales, y el dislate de quienes, como siempre, asustan a mayores y pequeños a la menor ocasión, bajo la premisa de “cuanto peor, mejor”, no impide tomar distancia para extraer alguna conclusión positiva de esta evidente mala situación que sirva para el futuro. Como ya he compartido otras veces, es mejor detenerse en la oportunidad.
En primer lugar, la salida de la crisis no es rápida. Requiere determinación con una planificación previa. Precisamos adoptar medidas que alivien a corto plazo pero que no sofoquen a medio y largo. Se comprende que no es fácil. Desde ese punto de vista, existen dos alternativas básicas, con matices: reducir el gasto público, receta clásica conservadora-liberal, o confirmar que el Estado tiene una responsabilidad que ejercer en la regulación del mercado. Según yo entiendo, ésta es la adecuada.
Esta situación económica tiene una raíz fundamental en el frenazo de un ciclo expansivo económico donde las reglas del mercado libre han sido las únicas en liza. El mercado se autorregula pero, cuando la regulación que se impone a sí mismo es errónea, los actores económicos preservan su beneficio, bloquean las posibilidades de liquidez de las familias y reclaman recortes en gasto público y flexibilidad en el despido para conseguir el objetivo esencial: hablar de una crisis sin padecerla, que la padezcan otros.
Me rebelo. No comparto una solución a la crisis que reduzca gasto social. Al revés. Reclamo que lo público comparta, y lidere, el esfuerzo de la ciudadanía profundizando en una reforma fiscal que recompense a las familias trabajadoras, la gran clase media de esta sociedad interclasista, mediante una reducción y simplificación de su carga fiscal. Defiendo que los gobiernos asuman un papel protagonista para generar oportunidades de empleo a través de las infraestructuras y promoción de vivienda pública. Creo en las políticas que faciliten la inversión de capital, haciéndola atractiva, premiando a quienes arriesgan, son innovadores, se quedan y crean empleo y gravando a quienes descapitalizan nuestro tejido productivo.
Confío en la fortaleza de las ideas. Prefiero la audacia a la queja y el trabajo riguroso al dato de última hora. La dimensión de esta crisis es incierta pero la oportunidad del reto de superarla es histórica.

EL EFECTO BERIMBOLO

El efecto Berimbolo
Fuera complejos. He tenido la suerte de conocer hace unos días a una persona singular, que ya sé que todas lo somos, pero lo que quiero decir es que se trata de un tipo genuino. Berimbolo es un patrimonio para su pueblo, aunque muchos no sepan quién es aún, y una revelación para toda clase de cosas.
Berimbolo tiene una forma de ser envidiable. En su juventud, por momentos insultante, plantea las cuestiones más complejas con una serenidad envidiable. Discute sin crispar, discrepa sin herir, construye sin darse bombo. Habla. Escucha. Y además sonríe. Me temo que la vida no le ha tratado bien siempre pero tampoco se queja demasiado, aunque sospecho que algún motivo podría tener. Agradece lo que le dan, porque se lo gana, y no busca con la mirada que le agradezcas lo que te da. Percibe las cosas como son, no como las cuentan. Saca sus conclusiones, las comparte y las defiende y no le importa si le sigues o no. Es raro hallar tanta sensatez en un cuerpo grande pero, al fin y al cabo, sólo uno.
Si traslado la cordura de Berimbolo a este mundo fastidiado, en mitad de unas cuantas crisis semánticas, otras reales, algunas vaguedades y tanta fachada que nos toca hilvanar, con tan poco hilo, se me cae el escenario del teatrillo que a menudo nos representan y prefiero buscar a los actores y las actrices de la obra que nos dan, casi siempre tragicomedia y rara vez esperpento, en el patio de butacas de la calle. La verdad reside ahí. La conciencia de la gente que se levanta temprano, va a su trabajo, se toma unas cervezas con sus amigos, sale a la calle, disfruta lo que puede sin dañar, se protege de que lo hieran, cuida de los suyos, almuerza, cena, descansa, se acuesta y vuelve a empezar es la que enseña que lo que hacemos siempre tiene que tener el sentido de valorar esa forma de ser y preservarla. Lo demás son gaitas.
Berimbolo no le ve todo de color rosa pero tampoco negro. No comulga con ruedas de molino ni transige si hay que servir al dios de lo que no se piensa. Se mantiene y se corrige y, casi seguro, preferiría no haber cometido errores aunque valora sus aciertos. Pero no se emborracha de euforia ni se hunde en la depresión. Berimbolo es, lo dicho, singular por genuino.
Lo pasé bien con Berimbolo. Creo que, tal como es, se dará por satisfecho. No obstante, estoy en deuda. Sostengo que Berimbolo y su estilo son una enfermedad de carisma real. Prometo no olvidarlo y me propongo contagiarlo. La gente así sana.

LAS COSAS DEL CAJON

Las cosas del cajón
Hay cajones que ni siquiera sabemos que tenemos. Las vueltas a las cosas y los espacios habituales no cuestan; esa nueva verdad dogmática que aconseja recetas de todo tipo para plantearse el regreso al tajo con tranquilidad, parsimonia, retranca y hasta tratamiento médico (o veterinario, según la especie) sirve para dos cosas: llenar páginas y alimentar frustraciones.
Nuestras vidas asumen el paso del tiempo y de las decisiones con rutina normalmente y rara vez con vértigo. Ambas sensaciones son buenas. No falta en ellas nada de lo que resulta esencial. Las personas que, como casi todas, se hayan puesto de nuevo el traje de faena en estos días se dedican a seguir estando como un día cualquiera, porque es un día cualquiera, todas las jornadas que se levantan para hacer sus tareas normales. Los nenes disfrutan aún de un tiempo extra que ya empieza a oler a lápiz nuevo. Pero la gente no sufre síndrome post-vacacional ni terremotos existenciales que comprometan seriamente lo que hacen, lo que piensan o lo que sueñan. Al fin y al cabo, se trata de eso: de seguir viviendo.
Una de las cosas que hago en estas temporadas es reordenar. Pongo cosas donde deben estar y encuentro muy descolocadas otras cuantas que sitúo nuevamente en su lugar, sin saber muy bien si alguna vez estuvieron ahí. Es un orden peculiar, bastante desordenado - podría decirse. Seguro que a muchos nos pasa igual, ya que no somos demasiado originales permanentemente: cuando ordenas, reordenas y desordenas, encuentras papeles o fotos o trozos de algo que te trasladan al instante en que acontecieron y esa es una experiencia grata que te reconforta, te hace reír, llorar, te avergüenza, te sorprende o te relaja, dependiendo de lo que se trate. No son sólo recuerdos, que también, sino pedacitos de vida que están en los cajones que ya hace que no miramos.
Pero además soy un poquito raro. Cuando ordeno, o desordeno, que es casi lo mismo en mi caso, suelo dejar algún cajón libre o muy poco cargado. No sé muy bien para qué puede servir y normalmente se llena rápido, sin mucho criterio previo. Dura unos días casi vacío: luego, la vida, ya sea en su versión rutina o en su infrecuente versión vértigo, lo engulle.
Esa es mi terapia cortita: saber que los cajones se llenan. Tengo varios que reordeno pero siempre hago que uno quede para que cuando pase otro año, al desordenarlo, me sorprenda. Las cosas de los cajones importan todas. Hasta las que aún no están.

lunes, 28 de julio de 2008

LO QUE HEMOS VIVIDO

Lo que hemos vivido
¡Cómo pasa el tiempo! Parece que fue ayer cuando comencé a escribir en este espacio abierto que me brindaron. Más de un año de letras compartidas, apuros sostenidos, ilusiones vanas y reflexiones insinuadas. He participado lo que me ha ido ocurriendo en este tiempo pero sobre todo lo que me ha ido sugiriendo. La vida es lo que es, sin más. Y sin menos.
Lo que hemos tratado juntos ha sido una excusa. En realidad, cualquier asunto habría cabido y de hecho así ha sido. He sostenido posiciones propias, subjetivas, parciales y personales. Unas veces han coincidido con muchos y otras, seguramente las más, con muy pocos. En fin, como las cosas que nos pasan y lo que sentimos es lo único que realmente nos pertenece y no me presento a un concurso de popularidad, no es muy trascendente, en verdad no lo es en absoluto, que exista un nivel de conexión alto entre lo que se escribe, lo que se percibe y lo que se convence. Tampoco era esa la finalidad.
Ahora llega otro tiempo que me ocupará en la desocupación. Volveré a leer sin más pretensión que disfrutar con lo que lea. Alimentaré mi cabeza con el repaso de lo hecho y la ilusión por lo venidero. Escribiré lo que no publico y se queda guardado en cualquier cajón porque me desnuda más de lo preciso y ruboriza a propios y ajenos, que sin ropa pierdo mucho. Contemplaré lo que ocurra a mi alrededor y seré observado, supongo, porque estaré en los alrededores de otros. Caminaré por el campo, me quemaré con la arena de la playa, pasaré noches en vela porque el calor no me deje dormir, hablaré hasta por los codos, festejaré sin motivo aparente…viviré, que ya merece la pena.
Por encima de lo que voy a hacer y de lo que no haga, por falta de tiempo o ganas, estoy deseando ladrar. Es lo que mejor hago. Este faldón de periódico de página par tiene un nombre que ya expliqué. Laura se lo puso sin querer años antes de que viera la luz y Andrea se ha sumado a su desarrollo con el entusiasmo de ir haciéndose mayor. Lo que he vivido, y lo que me resta, tiene un objeto esencial: que estén bien, que lo sigan estando, que estén mejor. Todo lo que pienso, lo que hago, lo que siento y lo que aspiro, todo lo que peleo lo planteo en función de que mis nenas se encuentren esto mejor que yo lo encontré. Conseguirlo es cuestión de suerte pero intentarlo es una obligación.
Ladrar con ellas es jugar conmigo. Lo que hemos vivido es el preludio de lo que nos queda por vivir. Si nos vuelven a dejar, nos leeremos. Hasta entonces, ladraré con mis chiquillas, que ellas me disculpan la insolencia.

lunes, 21 de julio de 2008

DE LOS PRINCIPIOS (O NO)

De los principios (o no)
Manifiesto que escribo desde el gusto personal por la belleza, sin introducirme en otros campos que exigirían un análisis más profundo. Por aquello de la belleza, entendida en el sentido clásico: lo bello es lo que visto gusta. Me gusta esta vida que da pasajes de viaje mental que me han fascinado. De los cuentos que cuento con sus personajes.
Su trama establecida sin complejos, su tiempo - en ocasiones maloliente y sórdido y, en otras, tierno y sensible - nos sitúa entre el retraso y un disfrazado progreso de un mundo en cambio a velocidad de vértigo, desde el ascenso social a las caídas rotundas
Me fascina el relato del ascenso de la buena gente, una gente real con arañazos morales y dificultades ocasionales de honestidad, como en el fondo somos todos. Tienen lo que muchos otros: contradicciones y sueños y la absoluta suerte de vivir segundas y terceras oportunidades. Su ciclo vital respeta incluso la corrección externa de las vidas de otros que se quedaron sólo en la primera oportunidad, y hasta sin ésa.
Huyo consciente de relatar relatos. Defiendo mi gusto por sobrevolar los pastos y esa distancia se convierte en una excusa para hablar de los verdaderos protagonistas: las gentes que hacen las cosas lo mejor que pueden. Defiendo mi opinión sobre los asuntos en que me fajo para intentar cambiar algunos puntos oscuros que no me convencen. Defiendo esa dosis de ingenuidad que hace que vivamos lo que nos ocurre con una sorpresa permanente. Defiendo que seamos menos adultos, de vez en cuando, para ver los colores definitivos con la madurez genuina de los nenes. Defiendo que es bueno alterar la música que nos ponen, que hay que relativizar lo absoluto y darle ese valor a lo relativo.
Vivir con pasión es un ejercicio aconsejable. Medirse en las pozas calmadas resulta demasiado aburrido. Descender un río de montaña tiene sus riesgos, no lo niego, pero dónde acaban los que lo empiezan: terminan en el mismo remanso que los tranquilos que llegan andando. Pero sonríen más.
Un conocido chamán, o gurú o lo que sea, me ha dicho últimamente que tenga cuidado con lo que sueño, no vaya a ser que lo consiga. No hay enemigo pequeño en esta sociedad discreta. La función del alma radica en su entrega, es esa parte que te toman cuando por primera vez tus hijos te cogen el pulgar.
Se puede sorprender quien lo lea pero confesaré que soy marxista. Como Groucho, que ése es mi marxismo, estos son mis principios, pero si no les gustan, tengo otros.

lunes, 14 de julio de 2008

ANTICIPAR EL FUTURO

Anticipar el futuro
Lo que las personas quieren es sentirse respetadas, escuchadas en sus aspiraciones y acompañadas en sus sueños. Lo que la política da es la oportunidad de que algunas de ellas, las que deciden dedicarse a lo público, a pensar y actuar sobre el espacio común que compartimos, tengan la responsabilidad de generar las condiciones para cubrir esos fines colectivos.
Quiero hacer una reflexión. Muchas veces la clase política se presenta de forma irresponsable como una aparte, por encima del bien y del mal, pegada al último vaivén de la economía, al último titular de prensa, al interés privado, al conflicto personal o a la estupidez rotunda. Ésa es la política politiquera. Afortunadamente, lejos de la imagen denostada de esta visión parcial, existe una gran política que resuelve problemas, afronta situaciones complejas, planifica recursos y, por encima de todo, anticipa el futuro. Ésa es la política que hace noble el arte de gestionar la sociedad. En estos lugares, no tan infrecuentes como pensamos pero mucho más anónimos, habitan gentes desprendidas cuya pasión les provoca satisfacción y dolor a partes iguales, la mejor de la veces, y a los que veo levantarse sin pausa muchas ocasiones para continuar pensando en un punto de llegada global más lejano y apacible, estableciendo ritmos de trabajo y estrategias para alcanzarlo más rápido y con menor coste.
Son ciudadanos y ciudadanas. En ese punto radica la clave de su éxito, hasta cuando éste no es disfrutado. Las medidas con que observan la realidad son las de la gente corriente, porque son gente corriente. Los problemas que no confunden y a los que dan cumplida resolución son los habituales de los demás, porque son como los demás. Las burbujas en que se encierran otros para disputarles una gloria fugaz no ocupan ni su tiempo, ni sus ambiciones, porque no constituyen un elemento de análisis interesante. Lo que importa es la gente, las personas, su bienestar y su prosperidad en solidaridad. Ese es el mensaje inequívoco, lo demás tiene una naturaleza coyuntural e instrumental: si sirve a ese fin, es útil; si no, hace perder el tiempo.
La fortaleza de una idea se rearma con el cambio. Es el movimiento hacia delante lo que imprime velocidad. Sin precipitarse con vértigo desde cualquier acantilado, aspiro a disfrutar como ciudadano la ilusión de los cambios que contagien de magia el porvenir de todos. Anticipar el futuro es ya una tarea actual.

domingo, 6 de julio de 2008

DE LA CRISIS A LA OPORTUNIDAD

De la crisis a la oportunidad
No me conformo. No me da igual que intenten convencernos de que sólo hay un modelo posible para superar este bache. No me parece razonable que nos digan que no hay diferencias ideológicas para enfrentar lo que tenemos que hacer. No me vale que intenten que sostengamos que la economía sólo puede solventar sus problemas desde las recetas liberales que proponen reformas estructurales a soportar por los que menos tienen.
Parece que el problema fuera semántico, casi estético. Resulta ridículo que utilizar el término crisis, en lugar de otros que pueden afinar mejor el concepto, sea la solución al problema. Es absolutamente esperpéntico que después de pedir que se reconozca que esta situación que atravesamos es una crisis, no se proponga nada para paliarla. La verdad es que sí que se proponen cosillas: reducir impuestos y disminuir gasto social, vistiéndolo de austeridad, para lanzar proclamas catastrofistas de lo mal que va todo, pensando en el fondo que cuanto peor, mejor. La cantinela repetida del mundo conservador, recetas manidas de viejos gestores.
Coyuntura. Asunto esencial de esta situación. No atravesamos un buen momento. A nadie se le escapa que las causas de este fenómeno temporal hunden sus raíces en un cúmulo de circunstancias globales, internacionalizadas, muy ligadas a la escasa liquidez general para asumir el elevadísimo coste del petróleo. ¿Supone alguna dejación de responsabilidad interna afirmar esto? Según yo entiendo, no. Situar el origen del problema no es reducirlo.
El país no puede pararse a costa de congelar o reducir su crecimiento en materia de infraestructuras, educación o innovación. Eso hace progresar a las personas. El país no crecerá a costa de reducir las inversiones en gasto social que garanticen una posición de fortaleza a los que soportan el frenazo de la expansión económica. Eso estanca. El país no puede preservar el ahorro conseguido, con rigor contable, en la última legislatura para limitar su uso a la protección de intereses concretos sin valor estratégico. Eso no repercute en quien ha generado el ahorro con su esfuerzo: la ciudadanía. El país y sus dirigentes no pueden contagiarse del pesimismo que no resuelve nada y emponzoña mucho.
La diferencia existe y no es pequeña. Unos alimentan la crisis para mejorar resultados. Otros afrontan el papel que tienen para resolver problemas. Unos ven su oportunidad y otros la del país. Me quedo con la ambición de cuarenta y seis millones de personas.

sábado, 28 de junio de 2008

LA COPA DEL CAMPEÓN

Mañana, domingo 29 de junio, ¡ la Final ! ¡Tiembla Alemania!

La copa del campeón
Saben quienes me tratan que soy un perfecto desconocedor de las claves que rigen el fútbol. Me gusta ver en la tele los grandes acontecimientos pero no sé cuáles son los puntos determinantes de un buen juego. En cierta manera, como si fuera vino, creo distinguir al bulto uno bueno de otro peleón pero definir los matices y disfrutar con su descubrimiento es un éxito que mi paladar no alcanza. De todas formas, y desde mi ignorancia insultante, también en esto, he bebido unos partidos tan vibrantes en los últimos días que me permiten mantener una conversación optimista en el café y alimentar las esperanzas de culminar la fiesta de España en la final de Viena.
Cuando tenía nueve años, algún tiempo atrás, sufrí la final con Francia en la Eurocopa. Asistí desde el calurosísimo sillón del salón de la casa de mis padres, junto a la tele Vanguard, que daba sus últimos coletazos vitales (nació en el mundial de Argentina). Arconada perdió el balón, una cosa rara debajo del cuerpo, cuando ya lo había atrapado y la pelota entró. Perdimos. Lo pasé mal.
Ahora es distinto, en medio del delirio por el pase a la final, Luis – el incomprendido – da un recital gestual de primer orden. Celebra los goles hacia dentro, con una fuerza controlada que casi asusta, como si el disfrute no fuera pleno por responsabilidad. Por otro lado, Letizia alucina como el resto y suelta un puño que dice un bien rotundo. Los jugadores la tocan, con pases cortos y fáciles hasta llegar al borde el área y con un desparpajo desconocido hasta el momento, se plantan, se paran, se templan, afinan y meten goles de tiralíneas. La afición saca banderas y (con las caras pintadas) inunda las calles y las fuentes y el aire y las farolas y las ventanas y pierde el resuello, la voz y la vergüenza para celebrar una fiesta por cada acercamiento a la fiesta definitiva.
Han ganado el afecto de la gente, han ganado el protagonismo en las conversaciones, han ganado el respeto de los amantes del deporte, han ganado el partido del ejemplo, han ganado el interés del público, han ganado un hueco en la historia...El deporte, que es también negocio, abre de vez en cuando imágenes soberbias de equipos y de triunfos y no estamos acostumbrados en gestas colectivas a gozar del favor de los dioses del Olimpo. Algún día perderemos otra vez. Pero antes de que celebremos el triunfo, yo ya lo digo: ya hemos ganado. En el campeonato del cariño y la ilusión, España levanta la copa.

sábado, 21 de junio de 2008

MAÑANA

Mañana
El ánimo es esencial en las actividades que emprendemos. No garantiza el éxito pero ayuda a preparar su consecución. Es tan importante que el tipo de personas que no lo tienen, que se mueven en esos espacios insulsos de la simple permanencia existencial, resulta inquietante. Sin duda, los nervios que acompañan un exceso animoso, un ímpetu arrebatado por una suerte de angustia, una sensación de carrera continua, agotadora y frustrante, lastran valor a tenerlo. Pero, como reza el dicho, mejor que sobre.
Las vidas de las personas son complejas. Es difícil hasta llegar al mundo. No lo elegimos, ni lo pedimos, pero cuando nacemos estamos aquí dependiendo para todo de quienes decidieron traernos. Si lo pensamos con detenimiento, es tan difícil llegar que el recuerdo personal de nuestro alumbramiento no nos pertenece. No lo recordamos porque la memoria consciente no repara en lo vivido hasta que pasa un tiempo; la infancia es un instante. Después, la sucesión de empujones, batallas, derrotas, victorias, sentimientos, dudas, escalofríos, sensaciones, encuentros – y desencuentros – llena el tiempo hasta que se acaba. El tiempo es el juez impasible de la realidad que nos toca vivir, sólo la imaginación creativa nos permite escapar de su sentencia: es la venganza de la razón, sumada a la voluntad de no doblegarse.
Cuando la vida hace un quiebro, cuando la suerte nos esquiva, la razón puede cambiar el rumbo. Es muy complicado, supongo, mirarse al espejo y defender el futuro propio cargados de miedo. Pero no es malo el miedo. Si no lo tuviéramos, perderíamos la oportunidad de disfrutar la insolencia de plantarle cara.
Conozco una historia de coraje. Es una historia de las de verdad, de gente normal que lleva una vida corriente: ese tipo de vidas que las convierten en excepcionales. Es la de una existencia placida, correcta entre las prisas ajenas, que ahora tiene que marcar su tiempo en las fronteras cercanas de los miedos propios. Ahora toca empujar. Me permite compartir en las líneas de estos párrafos un lugar común: lo importante es lo que ocurre mientras estamos bailando. Y es más importante aún seguir bailando. Sé donde vive parte del ánimo preciso. Sé también que es una bailarina más que aceptable y, entre empujones, se hará un hueco en la pista.
Andrea siempre me canta la canción Mañana de Annie. Ella cree que efectivamente el sol brillará mañana. Yo también.

sábado, 14 de junio de 2008

SESENTA Y CINCO MOTIVOS

No son buenos tiempos para la lírica. En época de vacas flacas, se vuelve a debilitar la posición de las personas que trabajan. No hay derecho. El artículo publicado en Diario Córdoba tiene algunas erratas de edición que aquí están corregidas.
Sesenta y cinco motivos

La posición decimonónica adoptada por la práctica totalidad de la Unión Europea, con la honrosa excepción de España, estableciendo un tope de sesenta y cinco horas para la jornada laboral semanal es una ocasión para reafirmar los derechos de las personas que trabajan y, muy particularmente de los que aspiran a hacerlo algún día. La jornada de cuarenta horas marcó un hito en la conquista de los derechos sociales, del mismo modo que la batalla, parcialmente ganada y con menor predicamento, sobre el tope de las treinta y cinco horas lo hizo. Cualquier observador, sin mucha atención, podía percatarse de que venían curvas mundiales - cerniéndose sigilosas y al acecho- sobre los lomos de los que, como casi todo hijo de vecino, emplean el mayor porcentaje de su tiempo vital trabajando.
El trabajo dignifica, pero no cualquiera. El aspecto profesional de realización, la necesidad vital de conservación, o la costumbre insustancial de la convención son algunos de los factores que impulsan y mantienen a las personas en el mundo laboral. El trabajo como valor supone, obviamente, un mecanismo de superación, de progreso y de mejora hasta el punto que hoy es inconcebible una sociedad sin trabajo, pero no todo es asumible. Lo que hacemos no es lo que somos. No nos define. Puede ayudar a describirnos de una manera más o menos superficial, pero no nos identifica. Lo que nos hace singulares es la dignidad.
La presión social organizada de los trabajadores, y las trabajadoras que suman a esta condición el hecho de ser mujeres, ha logrado a lo largo de la historia resumir una lucha titánica en la consecución de una serie de derechos sociales, que les tocó sufrir para conseguir, y que ahora podemos disfrutar (también los que han visto decente adoptar esta decisión).
Esta medida, colada de rondón, con voz bajita, minimizando un siglo de mejoras, muchísimos jirones de piel y vidas entregadas en el tajo, es una ofensa de un tamaño descomunal y representa una ética pública completamente despreciable.
Yo me niego a aceptar el ultraje. Acuso a los dirigentes que la asumen de pretender explotar a otra parte del género humano. Reivindico organización, decisión y audacia para excluirla de lo posible. Exijo responsabilidad social y reinversión de los beneficios empresariales. Y no la contemplo porque no me da la gana. Aunque tenga, al menos, sesenta y cinco motivos para combatirla. Uno por cada hora.

domingo, 8 de junio de 2008

VUELVE CAMELOT

La verdadera pelea acaba de empezar. Obama ya es el candidato demócrata a la Casa Blanca. Reproduzco parte del fantástico discurso de Barack Obama tras perder las primarias en New Hampshire, el 8 de enero. En lugar de invocar la catástrofe, propuso la esperanza. Will.i.am, lider del grupo Black Eyes Pies, preparó un soul genial con partes de lo que Obama dijo en un discurso de rabiosa actualidad y, sospecho, de una dimensión histórica. Ladies and gentlemen, the next President of the United States of America:
"It was a creed written into the founding documents that declared the destiny of a nation.
Yes we can.
It was whispered by slaves and abolitionists as they blazed a trail toward freedom.
Yes we can.
It was sung by immigrants as they struck out from distant shores and pioneers who pushed westward against an unforgiving wilderness.
Yes we can.
It was the call of workers who organized; women who reached for the ballots; a President who chose the moon as our new frontier; and a King who took us to the mountaintop and pointed the way to the Promised Land.
Yes we can to justice and equality.
Yes we can to opportunity and prosperity.
Yes we can heal this nation.
Yes we can repair this world.
Yes we can.
We know the battle ahead will be long, but always remember that no matter what obstacles stand in our way, nothing can stand in the way of the power of millions of voices calling for change.
We have been told we cannot do this by a chorus of cynics…they will only grow louder and more dissonant … We’ve been asked to pause for a reality check. We’ve been warned against offering the people of this nation false hope.
But in the unlikely story that is America, there has never been anything false about hope.
Now the hopes of the little girl who goes to a crumbling school in Dillon are the same as the dreams of the boy who learns on the streets of LA; we will remember that there is something happening in America; that we are not as divided as our politics suggests; that we are one people; we are one nation; and together, we will begin the next great chapter in the American story with three words that will ring from coast to coast; from sea to shining sea –
Yes. We. Can."
Vuelve Camelot

Las primarias americanas del Partido Demócrata han terminado. Parece muy posible que Hillary Clinton anuncie hoy mismo su apoyo al senador Barack Obama como candidato a la presidencia de los Estados Unidos. Todos los medios señalan que es la primera vez que un hombre negro puede disputar con posibilidades de éxito la carrera presidencial hacia la Casa Blanca. Ha habido más afroamericanos que han desempeñado un papel relevante en la larga competición que marca la política en ese país pero nunca han logrado la nominación por ninguno de los dos grandes partidos. Ni el burro ni el elefante han creído posible que alguno de los que estuvieron en su momento en las quinielas mereciera lograrlo. Jesse Jackson, por los demócratas, ha participado varias veces en las primarias y, antes del primer mandato de este George Bush, hubo quien postuló seriamente a Powell por el Partido Republicano.
Me gusta seguir la campaña americana. Es excitante observar las puestas en escena, tan medidas, y muy importante valorar lo que los candidatos afirman sobre las diferentes cuestiones que nos afectan. Es cierto que el mundo está globalizado, tanto que cuando Estados Unidos padece un problema local, rápidamente se hace general. Es la fuerza del poder. No obstante, siempre hay formas de ejercerlo más o menos agresivas. En América dicen que un presidente al final de su segundo mandato es un “pato cojo”. Manda, pero ya no resuelve porque está de retirada. Por ese motivo, no dedicaré espacio para criticar la gestión infame del presidente que sale. Lo importante ahora es la ilusión.
Obama representa un cambio trascendental. Es un hombre joven, con un verbo brillante y una mentalidad progresista que puede representar lo que muchas personas llevan esperando ocho años, robados por las papeletas mariposa de Florida que dejaron fuera de la presidencia a Gore. Es importante lo que ha ocurrido en este proceso de primarias porque ha generado una ilusión similar a la que supuso la aparición de JFK en la escena política. Nada de lo logrado es bastante aún sin la verdadera pelea que ha de llegar de inmediato, alcanzar la presidencia a pesar de “la América que se sobrevuela”.
Obama dice que pueden. Ojalá tenga razón. Yo quiero creer que es posible que un país entero recobre la dignidad de su importancia, que recupere el pulso de su responsabilidad en un futuro distinto y mejor. Yo quiero que vuelvan a creer en Camelot.

sábado, 31 de mayo de 2008

EL DEMONIO ROJO

Es curioso. Nada más aparecer publicado este artículo en Diario Córdoba, obtiene comentarios en contra. Siempre me sorprende el tono crítico de los que están en el otro lado del pensamiento político, ideológico o cualquier otro adjetivo que pueda ponerse, que yo defiendo en mis escritos. Normalmente, achacan a estos artículos falta de objetividad o cosas así. De manera que si apoyas las tesis que ellos defienden eres independiente y objetivo y en caso contrario, no. Sencillamente, para reir. Claro que tomo partido, mi partido, el que expreso con mi opinión libre y como dicha opinión es de este sujeto que escribe, es puramente subjetiva. ¿Radicará el problema en que quienes acusan de estas carencias pretenden realmente que sus opiniones, tan subjetivas como las mías, se conviertan en criterio absoluto de verdad objetiva?
El demonio rojo

Mis nenas, Laura y Andrea, en que suelo apoyarme para escribir, y siempre para vivir, son tan locuaces que inventan palabras para expresar ideas. Si fueran escritoras, se diría de ellas que son expertas en neologismos. Como no lo son, lo que hacen es aprender el lenguaje a base de golpear el diccionario. Una de sus últimas ocurrencias es compartida: son las “brutidades imaginatorias”.
Observando cómo se enloquecen las mentes que se postulan creadoras de opinión, es probable que esta semana hayamos visto un ejemplo de “brutidad” en forma “imaginatoria” protagonizada por el locutor de la cadena episcopal y el alcalde de Madrid, ambos con coro y corte. Me confesaré, pidiendo disculpas por el término: no escucho, ni siquiera oigo, a Jiménez Losantos, pero sí entro en la página de la emisora y, sobre todo, en el inefable sitio web del tal Federico. No comparto en absoluto ni el fondo ni la forma que destila la iracundia que preside sus intervenciones y creo que cada día menos seguidores suman en sus estadísticas. Del mismo modo, tampoco asumo lo que defiende Gallardón ni cuando está con su partido de pies a cabeza, ni cuando no se puede ubicar en la monolítica adhesión al ideario conservador-liberal-demócrata-cristiano-centro-reformista de la derecha mutante de este país. Asisto como espectador al show en que actúan los dos modelos de los polos que conviven en esos lares.
El alcalde, ofendido con razón, se bate con la prensa que suministró arsenal biliar a la caverna - con escasas posibilidades de éxito. La desfachatez del sujeto acusado le ha llevado a afirmar, sin respeto a la mínima vergüenza, que sus palabras (acusando a Gallardón de no respetar a las víctimas del 11-M, por expresarlo educadamente) no fueron hirientes, sino satíricas. Y, además, manifiesta que este juicio ataca la libertad de expresión. La libertad de expresión no sufrirá por este pleito pero la decencia elemental sí se pone en cuestión.
Personalmente, prescindiría hasta el extremo de Losantos y jamás le habría dado el protagonismo que lo alimenta con este juicio. En cierta forma, ya lo ha ganado porque se pertrechará de una eventual victoria para seguir insultando con más saña, o se vestirá de víctima perseguida, si lo pierde, y entre llanto y llanto, lo hará igualmente.
Con un ánimo estrictamente satírico, propongo como castigo una reencarnación la próxima vez. Por ser malo, malísimo, pidamos a los santos que lo hagan demonio. Rojo.

sábado, 24 de mayo de 2008

DÍAS DE PAGA

En pleno comienzo del debate de la financiación autonómica, vuelven a alzarse (¡qué casualidad!) quienes entienden que la solución-panacea de los problemas ocasionados en lo público en el país se solventarían con un centralismo fuerte. Frente a ese planteamiento, expongo mi opinión al respecto y añado en esta entradilla dos cuestiones que me parecen también importantes. Una, la financiación no debe sostenerse sólo para los servicios esenciales tal y como se configuraban hace diez o incluso cinco años, sino que deben orientarse también a otros aspectos fundamentales como la vivienda o la justicia. Y dos, completado el proceso de financiación autonómica, es obligado ya actuar con la misma intensidad descentralizadora, que ha dado muchos y buenos frutos, hacia el beneficio de los gobiernos locales. La descentralización es una receta válida para la gestión de las necesidades de las personas; no tiene sentido limitar sus efectos por escasa visión o limitar su ámbito por practicar un nuevo centralismo autonómico.
Días de paga

Es muy complicado entender las claves de la financiación económica de las comunidades autónomas. Deben existir unas cuantas tesis doctorales de diferentes materias escritas sobre ese tema pero es la visión práctica de una cuestión compleja lo que allana el camino de lo más dificultoso. Intentaré expresar mi parecer sobre el asunto de forma comprensible, como cuando éramos pequeños y nos daban la paga: es una negociación.
En primer lugar, discutir la financiación con las autonomías no es malo: es absolutamente imprescindible. Lo es porque esta importante cuestión económica tiene tracendencia estatal y las autonomías son Estado también, de forma que no se sostendría una formulación unilateral de una parte del Estado –gobierno central- sobre otra parte del Estado – gobiernos autónomos.
La política, y también la económica, se hace para (y con) los ciudadanos. Así, lo esencial que ha de garantizar esta necesaria revisión es que todos tengan acceso igual a los servicios públicos fundamentales, con indepedencia del territorio donde vivan. Como en su mayor parte están felizmente transferidos a las Comunidades Autónomas, éstas deberían contar con la garantía estatal que asegure una prestación efizaz de los servicios. Pero además debe avanzarse hacia una mayor cesión de impuestos estatales y más capacidad normativa sobre la fiscalidad en el ámbito autonómico. Los gastos se pagan con ingresos; no parece lógico tener que asumir la prestación de un servicio sin poder decidir cómo se paga.
No se trata de adelgazar al gobierno central y engordar las autonomías, sino de encontrar un equilbrio mejor que garantice solidaridad con las partes menos favorecidas del país y redistribuya los ingresos en las administraciones en función de su nivel real de gasto en beneficio de los ciudadanos. Y ésta es la llave esencial de mi reflexión porque los servicios se prestan a la gente, no a los territorios. No es el Hércules del escudo de Andalucía el que va al médico, acude a un colegio o necesita vivienda, sino un fulanito o una menganita de carne y hueso que vive aquí. Las cuentas deben hacerse sobre ellos, aunque se introduzcan correctores. La población es el aspecto crucial en términos cuantitativos, cuántos somos, y cualitativos, cómo vivimos. El número señalará el marco y las características sociales de la población afinarán el diagnóstico.
Es el momento para dejar a los padres en casa. Las autonomías tienen que crecer ya que la paga no dura siempre.

sábado, 17 de mayo de 2008

LA SERPIENTE, EL HACHA Y EL ASCO

Eta ha vuelto a matar. Desde el desprecio y en memoria de las víctimas, con el deseo de vivir en paz permanente.
La serpiente, el hacha y el asco
Te escribo con toda la rabia contenida que soy capaz de tener. Quiero decirte, en primer lugar, que no puedo comprender qué clase de patria vas a construir con la sangre de la gente que no piensa como tú. Esa patria resultaría pestilente si te cuenta dentro. De otra parte, deseo que sepas que es la última vez que me dirijo a ti y los que te acompañan porque entiendo que una panda de asesinos no merece ocupar espacio alguno.
Sigo. Hace un tiempo estuve ilusionado, como tantos, en que algo de cordura podría imponerse en esta carrera criminal que lleváis. Soy consciente, lo he sido siempre, de la superioridad moral que tienen las ideas que defiendo sobre las tuyas. Lo sé como demócrata, junto con las de todo un conjunto social que las comparte. Es más, afirmo positivamente que careces de cualquier idea razonable que merezca ser defendida. Comprendo que cualquier planteamiento político merece respeto, desde la discrepancia, y no demonizo a los que, por cualquier causa, quieren que Euskadi no sea España, pero ten claro que lo que disfrazas de nacionalismo, patriotismo, lucha por la libertad, o cualquier otra estupidez que quieras decir, es sólo palabrería barata para un vulgar matón como tú. Eres un asesino. Una escoria que mancha mi país y que mata a mis vecinos.
No tienes futuro. Sólo tienes vista para el presente de huida en que vives. Tú y tu hampa os refugiáis en el miedo que dais con la pistola, el coche bomba, la extorsión y la maldad. Lo tenéis perdido. Por eso, no os preocupa destrozar el mundo de cualquiera, de su familia, de sus amigos. No es una lucha lo que estáis haciendo, ni sois soldados, ni vascos ni de ningún otro sitio: es vuestra asquerosa forma de ganaros la vida. Para que tú te ganes la tuya, nosotros tenemos que perder la nuestra. Pero somos más y, sobre todo, mucho mejores que tú.
Esta semana he vuelto a parar cinco minutos para honrar a tu última víctima, un ciudadano como los demás. Mientras lo hacía, pensaba qué pequeña tiene que ser tu vida de mierda para que no permitas reconducir las cosas a un sitio normal y común.
Tienes que saber que sólo te espera el desprecio y la cárcel. Nada más. Y la derrota. Puedes matarnos, porque eso sale barato y te ocultarás hasta morder, pero no puedes vencer. O te quitas para dejar sitio a la libertad o me das la alegría de que la libertad te fulmine. Pero grábate a fuego que lo conseguiremos seguro. Y sin ti, en cualquier caso.

BERLUSCAOS

Lamento no haberlo colgado antes. Aunque no merece mucho la pena, sí expone -con poco acierto- mi planteamiento acerca del gobierno de Berlusconi en Italia. Me preocupa que una derecha tan rancia se convierta en un referente para muchos en Europa.
Berluscaos
Un día después de la celebración del Día de Europa tenemos más motivos para pelear que sólo para festejar. Un continente culto, sostenido en una visión democrática de la sociedad, organizado estratégicamente en el mantenimiento de la paz, históricamente quebrada en una proporción escandalosa en la primera mitad del siglo XX, ha conseguido a través de su unión fortalecer lazos estrechos de países dispares pero vinculados por su pertenencia geográfica. Mi amigo Pepe, en su profunda dispersión, signo inequívoco de su sapiencia, me cuenta que escribir sobre estas cosas intentando dar apariencia de seriedad puede provocar que resucite algún fantasma del pasado.
Esto también lo ha debido escuchar Berlusconi. El tal Silvio ha escorado su gobierno arriba y a la derecha. Independientemente del personaje, nos retrotrae a la historia. En la primera construcción europea, Italia configura su sistema sobre la base de impedir los extremos. El Partido Comunista ganaba las elecciones pero todos los partidos menos radicales se unían para impedir su gobierno, debido a la tutela de los Estados Unidos y su tensión por patear el culo soviético en las democracias europeas. Tiempos remotos. La clave residía en evitar el extremo.
En todos los procesos de unificación de Europa, Italia ha supuesto un elemento de color. El exotismo que desprende su primer ministro, las declaraciones sobre el nuestro y su modelo de igualdad de oportunidades son un nuevo reto en el proceso de inclusión de los países que miraban como una oportunidad de progreso unirse a la Europa política construida en…¡ Roma! El gobierno italiano no ha comprendido la lectura de las elecciones; no le dieron carta blanca para entregar al norte industrial el dominio sobre las decisiones ni obtuvo la conformidad para sacar al Duce de su tumba y repartir carteras a los fascistas.
Europa apenada contempla el espectáculo. La rocambolesca composición de la orquesta que ha montado Silvio Berlusconi ataca la idea que queremos construir. No hace honor a la cultura básica que desde Italia, cuando no era todavía Italia, conformó una primera unidad geopolítica en el continente. Cabe la posibilidad de que Berlusconi no gobierne sino que defeque.
La dimensión desconocida a que se aventura el futuro próximo nos adentra en un mundo inquietante. No será por lo que esta pandilla de déspotas sin ilustrar consiga desde allí pero salvar Europa vuelve a empezar en Roma.

sábado, 3 de mayo de 2008

CELEBRAR EL TRABAJO

Celebrar el trabajo

Nos gusta afrontar las cosas con comodidad, sin la contundencia exigida por la realidad que la gente padece. Necesitamos la responsabilidad de quien puede contribuir a arreglarlo. Me explicaré. El hecho es que se acabaron las vacas gordas. Vivimos en tiempos de dieta. Si hemos sido precavidos, nos quejaremos de vicio, y sin serlo – que es lo normal, porque somos seres que compran ocio, diversión y se definen en la parte buena de la vida – no tendremos tiempos tan estupendos como otros que hemos pasado.
Escuchamos que la crisis está aquí. Personalmente no creo que sea para tanto. La mejor economista que conozco dice que las crisis dependen de cómo se administre uno. Probablemente no le falte razón. No obstante, no hay tanta alegría como otras veces y empieza a notarse. El concepto de la alegría es tan amplio que merece una concreción. Estimo que hay quienes son dos millones menos alegres con respecto a unos ingresos de veinte por año. Es una tristeza considerable pero otros son doscientos euros menos alegres sobre una base de mil doscientos por mes. Esta tristeza sobrevenida es la que preocupa.
Hablo de empleo. Queda poco para que las empresas nos digan que hay que apretarse el cinturon y que debemos caminar por la moderación salarial y la contención en los derechos económicos y sociales. Traducido: menos sueldo y más inestabilidad laboral. No estoy conforme. Si las medidas empresariales de resituación, para generar nuevas estructuras, se encaminan a alcanzar una mayor competitividad de nuestros productos, formidable; eso implica inversión de capital. Si significan atender la formación, la seguridad y la carrera de sus trabajadores para mejorar la capacidad del factor productivo, estupendo. Pero si las medidas empresariales se dirigen a mantener el actual nivel de beneficios a costa de reducir empleo, no me cuenten entre los palmeros.
La estabilidad económica requiere visión y compromiso de los dirigentes públicos y también, especialmente, de los inversores privados. Los actores económicos podrían reducir su previsión de beneficio para garantizar el empleo actual y permitir la creación del futuro. Además no es gratis. No les pido que no ganen sino que inviertan en capital humano. Pido que no se pongan en duda ni los sueldos ni los empleos. Es la oportunidad de retratar su responsabilidad social al ajustar los beneficios, no los salarios ni el puesto de trabajo. Es hora de que compartan la tristeza, si la tienen.

sábado, 26 de abril de 2008

LAS VACAS NO LEEN



Las vacas no leen
Lo que leemos dice mucho sobre lo que somos y también sobre lo que queremos ser. Hay imágenes formidables que se encuentran en las páginas de una buena novela, pasajes estupendos que se pueden encontrar en los párrafos de casi cualquier libro. La vida, que se hace con historias, se puede escapar un rato de su normalidad al zambullirse en la lectura de cualquiera otra inventada, descrita, narrada, intuida, simulada o dispuesta ordenadamente, letra tras letra, espacio tras espacio, en unas cuantas hojas encuadernadas.
Me gustan los libros. No sólo leerlos, también verlos. Me parece bello el tono de libro usado cuando amarillea. En general, me gusta personificar las cosas. Sé que un libro es un objeto pero también que es de alguien o que puede ser de varias personas, que puede cambiar de manos y, por tanto, es como si se le diera vida. Muchas veces me parece que un libro aún no leído está nada más que a la espera de serlo y no importa tanto por quién. En realidad, casi ni cuándo. Hay historias en los libros e historias sobre los libros pero sobre todo, si no lo leo, me interesa la historia de ese libro. Da igual el que sea. Dejamos parte de nuestros recuerdos en los libros que tenemos. Muchos pasan sin pena ni gloria por nuestras manos pero otros, es una suerte que sean más, dejan de estar en nuestras estanterías, mejor o peor puestos, para cambiar de lugar. A otra estantería, a otro lugar, a otra vida…y se llevan parte de la nuestra (y es una suerte que sea mucha parte).
En estos días se multiplican las ferias del libro. Son una fiesta de la literatura buena, de la lectura rápida, de la de evasión. Todas valen. Es una ocasión para celebrar el lenguaje y las letras. Es la república donde reina la imaginación, el triunfo de la gente normal que escapa de lo cotidiano, disfrazándose de heroicidades anónimas. Es la verdad de los versos de Cummings: “Mientras tú y yo tengamos labios y voz / para besar y para cantar, / ¿qué nos importa si algún hijo de tal / inventa un instrumento para medir la primavera?” Estas ocasiones de cruces de libros me enseñan que, aunque siempre se puede tener uno nuevo, tiene una magia enorme regalar el propio. Es como darse a uno con el libro.
Igual que Alicia celebraba su no-cumpleaños, cualquier día es bueno para vivir la lectura. La “Bola de Cristal” mostraba un campo poblado de vacas pastando. Se alejaba la cámara y una voz en off decía: “Si no quieres ser como ellas, lee”. Mejor, sin mugir.

sábado, 19 de abril de 2008

MANDEN FIRMES


Carme Chacón es la nueva Ministra de Defensa. Ocho mujeres más la acompañan en distintas responsabilidades en el gabinete del presidente Zapatero. Berlusconi ha puesto voz con su criterio sobre el "gobierno rosa" de Zapatero a una obsesión de cierto sector humano que se afana en la política: ¿mujeres?; vale, pero sin pasarse.

Celebro el ánimo pedagógico del gobierno, la audacia de Zapatero y una vuelta más en la presión para seguir cambiando el país. Donde algunos ven provocación, yo distingo normalización. La autoridad civil,. femenina, manda firmes: la historia empieza a escribirse de forma neutra.
La imagen es la portada del Herald Tribune en su edición web, reproducida en España por www.diariocritico.com, obtenida de google images.
Manden firmes
La mayor revolución de nuestro tiempo es la incorporación de la mujer al poder. El poder, escrito siempre en masculino –universal y, lo que es peor, mayúsculo – ha sido sacudido por una ola cercana cuya virtud radica en normalizar una relación de fuerzas que se vive en la sociedad pero no se percibía tanto en su dirección. Las mujeres que se dedican a la cosa pública tienen el mismo valor que los hombres, sin duda. No me inquieta como varón compartir, no necesariamente competir, responsabilidad, dedicación e impulso.
Ensombrece, en cambio, mi diagnóstico el hecho incontestable del machismo montaraz. El estremecedor estruendo mediático de quienes se molestan con cualquier decisión audaz de este gobierno, todavía caliente la victoria e indigesta la derrota, no me sorprende: me apena. Tanto como que cuestionen el cambio operado en la portavocía de la bancada conservadora, en las manos ahora de una mujer joven. Esperar a criticar políticas, acciones decisivas en la marcha del gobierno del país o en los planteamientos de la oposición, resulta pedir mucho: la impaciencia de determinados hombres y la escasa confianza en sus posibilidades humanas (que no masculinas) son las que se ponen de manifiesto. Obviamente, suman además una importante dosis de estupidez. Mientras el mundo avanza, ellos se descolocan, se estacan y – en lugar de reubicarse intelectualmente, aunque tuvieran que ponerle mucha voluntad – montan en cólera.
Menos histerismo vendría bien. El machismo que sitúa la condición histérica en su base etimológica (alteración nerviosa de quien tiene útero) adopta ese patrimonio y lo exalta en su propaganda. Machismo y propaganda, curiosos maridajes cercanos a las formas políticas de dominación. Nueve ministras y más de veinte millones de ciudadanas les contemplan entusiasmadas. Riéndose a brazo partido.
Es una lástima anclarse en una posición tan retrógrada y aplaudirla. Personalmente me importa un bledo la condición sexual, la ropa que vistan, el tipo de novelas que lean, la comida que les guste y el género que tengan quienes dirijan mi país. Me importa, y mucho, cómo lo hagan, los valores que transmitan, el poder que ejerzan y el valor que rindan. Y además me gusta que una persona, con paso decidido, avalada por su gestión (y por su elección) pase revista bajo la bandera y con arrojo y templanza mande firmes. Mujer, embarazada y ministra. Eso ya me encanta. Yo lo defiendo.

sábado, 12 de abril de 2008

¡VIVA LA REPÚBLICA!




He escrito antes sobre la República en este blog y en el periódico: El valor de la República y, en menor medida, La bandera del patriota reflejan con éste una buena síntesis del planteamiento que tengo sobre la cuestión. El 14 de abril de 1931 se proclamó la República en España por segunda vez. Un sistema democrático rigió España durante cinco años y poco más. Tuvo errores en un tiempo de pasión política y ebullición ideológica en el marco de referencia europeo que se preparaba para asistir a la mayor convulsión histórica que nos dio el siglo XX, la segunda guerra mundial. Con sus carencias, la República española fue determinante en nuestro tiempo y es una influencia de capital importancia para las democracias que vinieron después, incluida la nuestra.
La viñeta es de Forges del libro Historias de aquí, esta colgada en lahabitación101 de wordpress . Explica la historia de la bandera republicana, cuya imagen se encuentra al otro lado. Ambas han sido obtenidas de google images.

¡Viva la República!


España mañana será republicana. Uno de los canales generalistas de la tele plantea un atrevido reportaje documental que parte de la base de un pasado que nunca fue. La guerra tuvo un giro en la Batalla del Ebro, el ejército español asestó un golpe certero al rebelde en Badajoz y la historia cambió hasta el punto que nos contarán. España en la Unión Europea desde los años cincuenta, Juan Carlos de Borbón preside el COI y José María Aznar alcanzó la presidencia de la República, compartiendo espacio vital con una bandera española tricolor espléndida. Es una atrevida ucronía interesante.
He sostenido ya que me importan los valores, no tanto los colores. Pero también me importan. No puedo añorar lo que no he vivido pero ¿y si dejamos que la mente viaje en el curso del recuerdo de otros? No tengo duda de la virtud democrática de la República como forma de gobierno. La realización del ideal republicano es una responsabilidad cívica democrática desde mi punto de vista y, como se trata de un campo ideal, puede sumar no sólo a los juancarlistas sino incluso a los monárquicos de verdad. La República en que yo creo tiene la bandera tricolor y se afirma en la historia con el orgullo de la conquista de la libertad en un país no siempre acostumbrado a ella pero no es imprescindible. Lo que resulta crucial es que el civismo republicano se viva. Confirmo (a falta de dos días del aniversario de la patria del mes de abril) mi condición republicana pero afirmo con la misma intensidad mi compromiso demócrata militante. Reitero: prefiero una patria que no moleste. No quiero depravarme en la virtud del patriotismo, como Wilde.
La República es una forma de concebir la relación de la ciudadanía con el poder público con base exclusiva en el mérito personal, la igualdad de los seres humanos ante la ley, el respeto a las libertades y los derechos ajenos. Es el cuadro de Delacroix, “La Libertad guiando al pueblo”. Es el Madrid de antes de la guerra en la obra de Fernán Gómez, “Las bicicletas son para el verano”.
La segunda República española fue un tren de progreso perdido al que nos volvimos a subir en esta democracia actual, imperfecta como todas y ocasionalmente errática, pero con base en el mérito, la igualdad y el respeto a la libertad propia y a las ajenas. El catorce de abril muchas personas recordarán lo que no han vivido en su ucronía personal. Aplaudo la valentía audaz de la Sexta, pero ellos y yo nos conformaríamos sólo con la Tercera.

sábado, 5 de abril de 2008

LAS HIJAS (Y LOS HIJOS) DE LA VIDA



Cambian los tiempos y la mayoría de las veces nos resistimos al cambio. Nos aferramos a la responsabilidad que tenemos, o la que creemos tener, para no tomar decisiones que nos pueden liberar más - y hacernos mejores, en tanto que más genuinos. En realidad, es posible que a través de la asunción de estándares éticos aprendidos, generación tras generación, sustituyamos el esfuerzo de montar nuestro propio estándar ético y defenderlo. ¿ Y si lo que llamamos responsabilidad fuera sólo otra forma de egoísmo?
La viñeta, genial como de costumbre, es de Forges. Publicada en El País, obtenida de google images.
Las hijas (y los hijos) de la vida

Recuerdo que, cuando era un chavalote, enfadaba a mis padres al decir que yo no era de nadie cada vez que ellos resaltaban la obviedad de ser hijo suyo. En estos días, he reflexionado un poco sobre la condición de ser padres hoy y también ser hijos – e hijas. En compañía de otras personas, hemos llegado a la conclusión de que esto (vivir) es un continuo volver a empezar. Entre equivocación y acierto, lo normal es no saber muy bien dónde nos dirigimos. No resulta fácil.
He escuchado no hace mucho tiempo que estas épocas de cambios de roles sociales, de coexistencia de varias escalas de valores, requieren modelos nuevos para afrontar problemas y retos nuevos. Aprender comportamientos para enfrentar, y soportar, estas mutaciones profundas de una sociedad en constante ebullición es en cierta manera instaurar una nueva ética personal que pone en cuestión lo que ya se conoce y deja de aferrarse al sistema que hemos vivido, casi como único posible, de relación padres-hijos. No digo que el modelo de relación que mi generación ha interiorizado sea negativo; al revés, me parece que es muy positivo y que ha servido fuertemente a hacernos lo que somos, pero intuyo que nuestros hijos, nuestras hijas, no tienen la misma percepción y es un ejercicio de responsabilidad necesario desaprender. Si desaprendemos, que no es más que cuestionarnos – sin perder el cariño – lo que damos por sentado y valorar la posibilidad del cambio (que no significa asumir obligatoriamente alterar el rumbo), podemos descubrir muchos aspectos interesantes y crecer al ritmo que crecen quienes más nos importan. Si lo pensamos bien, al desaprovechar la oportunidad de crecer a su lado, cuando crezcan del todo, nos alcanzarán e incluso nos superarán. En ese momento seguirán precisando criterio y quizás ya no tendremos uno mejor que ofrecerles.
La clave puede estar en el principio. No son del todo nuestras - ni nuestros: son de sí mismos. Los padres y las madres somos instrumentos, instrumentos cualificados, si se quiere, y especialmente vinculados por el amor, pero no somos sus dueños. Nuestros hijos y nuestras hijas son bebés, personitas, y finalmente personas cuya responsabilidad y obligaciones calibrarán por sí mismos, con independencia. Exactamente igual que nosotros. Aprenderlo a su lado, desde cualquier lugar, es la mejor escuela. Las hijas (y los hijos) de la vida –compleja, cambiante y maravillosa - deben ser nuestros maestros.

sábado, 29 de marzo de 2008

CUANDO EL OSO NO DUERME





Los Juegos Olímpicos son un acontecimiento de celebración de la dignidad. El deporte como símbolo de unión de los pueblos y marca de buen ejemplo. Trasladado a los países, sus organizadores se revelan como modelos de esos criterios. Cuando una ciudad alberga los Juegos, el escaparate mundial la sitñua en un lugar preferente. Lo que ocurre en Pekín, en China, no puede silenciarse. No creo que un boicot beneficie a nadie, aunque no estoy del todo seguro, pero sí tengo claro que los acontecimientos presentes del Tibet y la plasmación de China como una dictadura que excluye las libertades, los derechos humanos y el respeto a la dignidad del ser humano merece una respuesta contundente.

La imagen, obtenida de google images, utiliza el simbolismo de los aros olímpicos sustituyéndolos por esposas para los Juegos de Pekín 2008.

Cuando el oso no duerme

Los osos son unos seres interesantes. Nobles y fuertes, jamás atacan –como casi el resto de animales- si no se ven amenazados. En muchas ocasiones huyen apresurados y se adentran en lugares que impiden al que los inquieta darles alcance. Pero, por encima de todo, los osos duermen. Pasan el frío consumiendo poca energía en un letargo rotundo.
Me parece que estamos aletargados con cierta frecuencia. Vivimos experiencias que marcan tiempos históricos y estamos durmiendo o dormidos, que todo el mundo sabe que no es lo mismo. Pekín, paradigma de los valores del olimpismo, celebrará a partir del día ocho del mes ocho del año (dos mil) ocho los Juegos Olímpicos, mota sucia en su historia. La Carta Olímpica, que viene a ser la constitución del olimpismo, establece que el movimiento olímpico persigue favorecer el desarrollo armónico del ser humano en términos de dignidad y propone exportar un estilo de vida basado en “la alegría del esfuerzo, el valor del ejemplo y el respeto por los principios éticos fundamentales”. En fin, como puede verse, todo lo que hace el gobierno chino. Merecedor sin duda del honor de ser referente universal de estos valores, la dictadura que somete a mil doscientos millones de personas a diario, se beneficiará de la repercusión mediática de un evento espectacular que transmitirá al mundo una imagen poderosa de (en esta ocasión) una economía de crecimiento exponencial y un mercado de dimensiones extraordinarias. Citius, altius, fortius!
El gobierno de China no debía haber sido reconocido con los Juegos no sólo por lo que está ocurriendo (de nuevo) en Tibet, ni por la censura a que someten las autoridades chinas a la prensa libre, ni por la alegría almidonada de los portavoces del movimiento olímpico que no saben cómo acallar la conciencia de una mala decisión: no debería tener esa responsabilidad por vergüenza. Es absolutamente lamentable que un país que carece de mecanismos de garantía y respeto de los derechos humanos, que no tiene otro mérito que un crecimiento en progresión geométrica sobre la base de su población, la explotación al trabajador y el favorecimiento del dumping empresarial carente de escrúpulos, coseche una victoria diplomática fundada en el silencio cómplice del resto del mundo.
No quiero contribuir al boicot silente. Pido a los osos que despierten: que corran montaña abajo y se enfrenten pacíficamente a su depredador. Cuando el oso no duerme puede cazar al cazador.

viernes, 28 de marzo de 2008

EL RINCÓN DE CRISTINA: LOS PILARES

Disfruté con este libro, lo dejé dicho en "Dos Barcelonas"; quizás sólo insinuado. Cristina me hace una sugerencia extensa en el mail elinsolenteperro@gmail.com, que sigo porque el rincón es suyo. Así pues, de "Los Pilares de la Tierra, de Ken Follet:

"Tom estaba construyendo una casa en un gran valle, al pie de la empinada ladera de una colina y junto a un burbujeante y límpido arroyo.Los muros alcanzaban un metro de altura y seguían subiendo rápidamente. Los dos albañiles que Tom había contratado trabajaban sin prisa aunque sin pausa de sol a sol, con sus paletas, mientras el peón que los acompañaba sudaba bajo el peso de los grandes bloques de piedra. Alfred, el hijo de Tom, estaba mezclando argamasa, cantando en voz alta al tiempo que arrojaba paletadas de arena en un pilón. Junto a Tom había también un carpintero, que en su banco de trabajo tallaba cuidadosamente un trozo de abedul con una azuela."

sábado, 22 de marzo de 2008

LA PASIÓN Y LA GLORIA


Escribo esta entrada desde el respeto pero también desde una cierta perplejidad. No pretendo ofender a nadie ni a nada aunque creo que será muy díficil no hacerlo porque en la mayor parte de los casos, cualquier escrito que toque este tema sin refundir las opiniones mayoritarias es tildado al paso de irreverente. Nada más lejos de mi voluntad. No quiero hacer profesión de anti-nada del mismo modo que no hago profesión de fe. Valoro mucho a quien la tenga y le sirva. Lo que quiero dejar en el periódico y en este blog es mi visión, parcial y personal como es lógico, de un fenómeno que según entiendo no consigue reflejar lo que dice realzar. En mi mundo, incompleto y vanal, son más importantes las personas.
Las imágenes son dos fotogramas de "La pasión de Cristo", de Mel Gibson, obtenidas de google images. En mi opinión, reflejan con más fidelidad los acontecimientos históricos que se conmemoran esta semana. Particularmente, desde la estética.
La pasión y la gloria

Reconozco que no siento nada cuando veo los pasos en la calle. No albergo ningún sentimiento que me sublime, ni tan siquiera que eleve mi espíritu en estos días de procesiones. Llevo años intentando – por muchos motivos - que me guste; forzando mi voluntad para encontrar un acomodo al menos estético de esta semana, pero no lo consigo.
No obstante respeto la consideración personal que lleva a tantos a tener un sentido particular, ya sea por religión, por folclore o por costumbre, para seguir a las hermandades que salen en nuestra ciudad y en casi todas las de España. Lo que pasa conmigo es que no comprendo que se recuerde la pasión, muerte y resurrección de Jesús de una forma tan peculiar. Se supone que, sin vivir mal del todo, ni Jesús ni María ni los apóstoles gozaron de tanto derroche en sus vidas y se supone también que el mensaje visual de la comunicación se desarrolla para que la gente interprete lo que que se quiere transmitir con fidelidad. Ahí es donde me pierdo. La síntesis del mensaje evangélico es el amor (“sólo una cosa es necesaria”) y la síntesis del mensaje cofrade se separa de esa clave básica y, sin apartarla, se entretiene en las ramas de un árbol adornado de oro, cera, incienso y (sobre todo) apariencia. No lo excluye pero lo dificulta. ¿Hay amor en la semana santa? Sin duda. Pero, ¿es el amor del evangelio? Esto no lo tengo tan claro. Es posible que los árboles no dejen ver el bosque.
De otra parte, esta semana es la manifestación de una confesión religiosa en la calle. Ni me molesta ni me disgusta pero tampoco me parece formidable que todo esté pensado en estos días en esa exclusiva función. Es una demostración evidente de la confesionalidad sociológica mayoritaria del país y la prueba inequívoca de la ausencia de persecución religiosa, cuya existencia se ha invocado en los últimos tiempos desde una ignorancia completa o desde una malicia escasamente disimulada. Dificilmente se encuentra otro país en el mundo de tradición judeo-cristiana donde la Iglesia Católica tenga una presencia y una dimensión tan grande como en el nuestro, a pesar del escaso número de fieles reales que pueblan sus templos y siguen sus consignas.
El respeto no puede entenderse como silencio. Silencio respetuoso y útil será el que vivirán Jesús y María el próximo lunes, completa la resurrección de mañana, en sus difíciles trabajos construyendo una escuela en Perú. Para nosotros, la pasión; para ellos, que quede la gloria.