sábado, 29 de marzo de 2008

CUANDO EL OSO NO DUERME





Los Juegos Olímpicos son un acontecimiento de celebración de la dignidad. El deporte como símbolo de unión de los pueblos y marca de buen ejemplo. Trasladado a los países, sus organizadores se revelan como modelos de esos criterios. Cuando una ciudad alberga los Juegos, el escaparate mundial la sitñua en un lugar preferente. Lo que ocurre en Pekín, en China, no puede silenciarse. No creo que un boicot beneficie a nadie, aunque no estoy del todo seguro, pero sí tengo claro que los acontecimientos presentes del Tibet y la plasmación de China como una dictadura que excluye las libertades, los derechos humanos y el respeto a la dignidad del ser humano merece una respuesta contundente.

La imagen, obtenida de google images, utiliza el simbolismo de los aros olímpicos sustituyéndolos por esposas para los Juegos de Pekín 2008.

Cuando el oso no duerme

Los osos son unos seres interesantes. Nobles y fuertes, jamás atacan –como casi el resto de animales- si no se ven amenazados. En muchas ocasiones huyen apresurados y se adentran en lugares que impiden al que los inquieta darles alcance. Pero, por encima de todo, los osos duermen. Pasan el frío consumiendo poca energía en un letargo rotundo.
Me parece que estamos aletargados con cierta frecuencia. Vivimos experiencias que marcan tiempos históricos y estamos durmiendo o dormidos, que todo el mundo sabe que no es lo mismo. Pekín, paradigma de los valores del olimpismo, celebrará a partir del día ocho del mes ocho del año (dos mil) ocho los Juegos Olímpicos, mota sucia en su historia. La Carta Olímpica, que viene a ser la constitución del olimpismo, establece que el movimiento olímpico persigue favorecer el desarrollo armónico del ser humano en términos de dignidad y propone exportar un estilo de vida basado en “la alegría del esfuerzo, el valor del ejemplo y el respeto por los principios éticos fundamentales”. En fin, como puede verse, todo lo que hace el gobierno chino. Merecedor sin duda del honor de ser referente universal de estos valores, la dictadura que somete a mil doscientos millones de personas a diario, se beneficiará de la repercusión mediática de un evento espectacular que transmitirá al mundo una imagen poderosa de (en esta ocasión) una economía de crecimiento exponencial y un mercado de dimensiones extraordinarias. Citius, altius, fortius!
El gobierno de China no debía haber sido reconocido con los Juegos no sólo por lo que está ocurriendo (de nuevo) en Tibet, ni por la censura a que someten las autoridades chinas a la prensa libre, ni por la alegría almidonada de los portavoces del movimiento olímpico que no saben cómo acallar la conciencia de una mala decisión: no debería tener esa responsabilidad por vergüenza. Es absolutamente lamentable que un país que carece de mecanismos de garantía y respeto de los derechos humanos, que no tiene otro mérito que un crecimiento en progresión geométrica sobre la base de su población, la explotación al trabajador y el favorecimiento del dumping empresarial carente de escrúpulos, coseche una victoria diplomática fundada en el silencio cómplice del resto del mundo.
No quiero contribuir al boicot silente. Pido a los osos que despierten: que corran montaña abajo y se enfrenten pacíficamente a su depredador. Cuando el oso no duerme puede cazar al cazador.

viernes, 28 de marzo de 2008

EL RINCÓN DE CRISTINA: LOS PILARES

Disfruté con este libro, lo dejé dicho en "Dos Barcelonas"; quizás sólo insinuado. Cristina me hace una sugerencia extensa en el mail elinsolenteperro@gmail.com, que sigo porque el rincón es suyo. Así pues, de "Los Pilares de la Tierra, de Ken Follet:

"Tom estaba construyendo una casa en un gran valle, al pie de la empinada ladera de una colina y junto a un burbujeante y límpido arroyo.Los muros alcanzaban un metro de altura y seguían subiendo rápidamente. Los dos albañiles que Tom había contratado trabajaban sin prisa aunque sin pausa de sol a sol, con sus paletas, mientras el peón que los acompañaba sudaba bajo el peso de los grandes bloques de piedra. Alfred, el hijo de Tom, estaba mezclando argamasa, cantando en voz alta al tiempo que arrojaba paletadas de arena en un pilón. Junto a Tom había también un carpintero, que en su banco de trabajo tallaba cuidadosamente un trozo de abedul con una azuela."

sábado, 22 de marzo de 2008

LA PASIÓN Y LA GLORIA


Escribo esta entrada desde el respeto pero también desde una cierta perplejidad. No pretendo ofender a nadie ni a nada aunque creo que será muy díficil no hacerlo porque en la mayor parte de los casos, cualquier escrito que toque este tema sin refundir las opiniones mayoritarias es tildado al paso de irreverente. Nada más lejos de mi voluntad. No quiero hacer profesión de anti-nada del mismo modo que no hago profesión de fe. Valoro mucho a quien la tenga y le sirva. Lo que quiero dejar en el periódico y en este blog es mi visión, parcial y personal como es lógico, de un fenómeno que según entiendo no consigue reflejar lo que dice realzar. En mi mundo, incompleto y vanal, son más importantes las personas.
Las imágenes son dos fotogramas de "La pasión de Cristo", de Mel Gibson, obtenidas de google images. En mi opinión, reflejan con más fidelidad los acontecimientos históricos que se conmemoran esta semana. Particularmente, desde la estética.
La pasión y la gloria

Reconozco que no siento nada cuando veo los pasos en la calle. No albergo ningún sentimiento que me sublime, ni tan siquiera que eleve mi espíritu en estos días de procesiones. Llevo años intentando – por muchos motivos - que me guste; forzando mi voluntad para encontrar un acomodo al menos estético de esta semana, pero no lo consigo.
No obstante respeto la consideración personal que lleva a tantos a tener un sentido particular, ya sea por religión, por folclore o por costumbre, para seguir a las hermandades que salen en nuestra ciudad y en casi todas las de España. Lo que pasa conmigo es que no comprendo que se recuerde la pasión, muerte y resurrección de Jesús de una forma tan peculiar. Se supone que, sin vivir mal del todo, ni Jesús ni María ni los apóstoles gozaron de tanto derroche en sus vidas y se supone también que el mensaje visual de la comunicación se desarrolla para que la gente interprete lo que que se quiere transmitir con fidelidad. Ahí es donde me pierdo. La síntesis del mensaje evangélico es el amor (“sólo una cosa es necesaria”) y la síntesis del mensaje cofrade se separa de esa clave básica y, sin apartarla, se entretiene en las ramas de un árbol adornado de oro, cera, incienso y (sobre todo) apariencia. No lo excluye pero lo dificulta. ¿Hay amor en la semana santa? Sin duda. Pero, ¿es el amor del evangelio? Esto no lo tengo tan claro. Es posible que los árboles no dejen ver el bosque.
De otra parte, esta semana es la manifestación de una confesión religiosa en la calle. Ni me molesta ni me disgusta pero tampoco me parece formidable que todo esté pensado en estos días en esa exclusiva función. Es una demostración evidente de la confesionalidad sociológica mayoritaria del país y la prueba inequívoca de la ausencia de persecución religiosa, cuya existencia se ha invocado en los últimos tiempos desde una ignorancia completa o desde una malicia escasamente disimulada. Dificilmente se encuentra otro país en el mundo de tradición judeo-cristiana donde la Iglesia Católica tenga una presencia y una dimensión tan grande como en el nuestro, a pesar del escaso número de fieles reales que pueblan sus templos y siguen sus consignas.
El respeto no puede entenderse como silencio. Silencio respetuoso y útil será el que vivirán Jesús y María el próximo lunes, completa la resurrección de mañana, en sus difíciles trabajos construyendo una escuela en Perú. Para nosotros, la pasión; para ellos, que quede la gloria.

sábado, 15 de marzo de 2008

¡TIRIQUITRAUN!



Tiriquitraun, traun, traun, tiriquitraun, traun, traun, tiriquitraun, trauntero, tiriquitraun...Ésta ha sido una de las canciones de los tiempos últimos. En plena campaña, con un esfuerzo ingente, hemos compartido sonrisas y también solemnes carcajadas con este soniquete. Guardaré en mi memoria esta etapa intensa, que ha culminado ahora pero que comenzó preparando la campaña del referéndum del Estatuto andaluz en noviembre de 2006. Un trabajo esforzado que nos ha procurado muchos éxitos y la conformación de un equipo humano formidable.


¡Tiriquitraun!


He trabajado con personas excepcionales estos meses pasados, hombres y mujeres de una dimensión extraordinaria. Son gentes que han dado su tiempo, sus ideas, sus esfuerzos y más por seguir construyendo una ilusión colectiva que ellos y ellas también disfrutarán. Han soportado un aguacero de insultos algunas veces y muchas han sufrido incomprensiones e impaciencias en sus ámbitos más cercanos. Han tenido días mejores y no tan buenos, pero han estado siempre disponibles para trabajar sin descanso.
Las fronteras de la vida pública albergan vanidades pero también intenciones nobles encarnadas en espíritus aún más altos. El anonimato de sus caras y sus nombres debe tener un lugar en la memoria de los que, también gracias a ellas y a ellos, tendrán la responsabilidad de tirar del carro de la res publica. Nadie, por muy importante que pueda pretenderse que sea, es alguien por sí solo. Si algo funciona es porque el colectivo lo hace. Una empresa humana del volumen de la que estas personas han acometido con éxito es global, plural y compartida o no es. Y desde luego, muy trabajada.
He tenido el honor de compartir con ese grupo de personas extraordinarias el tiempo y el trabajo que han realizado. He visto cómo lo han desarrollado y cómo lo han defendido. Sé, porque he estado allí, que es difícil que un grupo humano tan diverso pueda organizarse mejor y estoy orgulloso de admirarles. He comprendido en poco tiempo relativo tantas cosas tan complejas, tan bien expresadas por personas tan abnegadas, que ninguna facultad me aportará una experiencia vital tan intensa sin duda. He aprendido tanto de todas ellas y todos ellos que no puedo relatarlo con brevedad. Son la verdadera explicación del éxito y cuando lo han alcanzado lo han entregado en el acto sin necesidad de reivindicarse, sin ninguna sensación de propiedad, de la manera más desprendida y natural que haya visto nunca.
Personas de esta pasta no son frecuentes ni comunes: son fabulosas. Sin paliativos. Transforman su realidad más cercana, contribuyen a mejorar vidas ajenas, se dejan la piel en asegurar los avances de la sociedad en la que viven y, cuando terminan de hacerlo, vuelven a sus casas como si no fueran héroes. Lo son.
El título de hoy es una clave: con esa canción nos divertíamos. El que la lleva la entiende. La sonrisa de mis compañeros y compañeras al leerlo será mi pago hoy. Haber estado con ellas y con ellos, compartiendo un compromiso, ya ha sido mi premio.

sábado, 8 de marzo de 2008

LA BUENA SUERTE

Cuando envié este artículo al periódico no se conocía la noticia del asesinato de Isaías en Mondragón. Toda la tarde estuve dudando si cambiarlo o no. Decidí no hacerlo. Supongo que la vida no debe ser marcada por el interés de estos asesinos. In memoriam.
La buena suerte

La suerte es siempre buena. Cuando es mala se llama mala fortuna. Pero más allá de este tópico, tantas veces irreal, lo verdaderamente cierto es que la suerte hay que buscarla y aún así es huidiza, esquiva, en ocasiones compleja y rara vez plena. La suerte merece explicaciones.
Vayamos por partes. La búsqueda de suerte exige voluntad. Algo que me enseño mi padre es que hay que pelear los temas si queremos que se conviertan en realidad. Decía que si haciendo las cosas bien salían mal…figúrate haciéndolo mal. Perdamos complejos: lo que importa es que interioricemos que la suerte es una cuestión primaria de voluntad. Hay que desear tener buena suerte y perseguirla. Eso es parte de la felicidad, que es el mayor objetivo decente.
Parte dos: firme la voluntad, razonemos. La razón sigue a la voluntad en el patrón más común de los seres humanos. Es cierto que lo lógico es que fuera al revés, que la voluntad hiciera lo que la razón dictase, pero casi todos somos conscientes de que nuestra voluntad es más bien facilona y habitualmente tiende a requerirnos poco esfuerzo. Somos cómodos, de acuerdo: podemos aprovecharlo. Hemos decidido querer tener suerte así que pongámosle razón. La razón aquí es el descubrimiento del camino que nos procura el mejor porcentaje de éxito a la voluntad cierta de tener suerte. Razonemos comparando, indagando, dudando, incluso proponiendo, pero razonemos.
Esto no es descansado. Es más, estresa. Buscar tener suerte cansa. Pero si no nos cansamos un poco, no podremos lograrla. Aun haciéndolo así, lo más probable es que nuestros anhelos se queden en meros intentos. Merece la pena probar. La búsqueda de la suerte necesita actividad, acción. Nadie lo hará por los demás, eso es seguro. No se levanta una persona corriente por la mañana pensando que va a tener suerte por su vecino. Eso no funciona así, o el vecino busca su suerte o puede esperar sentado que alguien se la comparta. Moraleja: actuemos. Cansa pero compensa.
Sumemos. Voluntad, razón y acción igual a suerte más próxima. Hagamos una reflexión, que el día lo pide: multipliquemos nuestra suerte deseada por cuarenta y cinco millones de seres que comparten este trozo de tierra concreto. Una suerte colectiva de buena suerte es posible si queremos, si pensamos y si actuamos. Quererlo no es bastante y pensarlo no es suficiente. Es imprescindible actuar para que lo queremos sea. O hacemos lo que debemos o no hay buena suerte.

sábado, 1 de marzo de 2008

CON TODAS LAS FUERZAS

¿Y LAS DEMÁS NIÑAS?



Se busca niña. Se ha perdido, anda por esos mundos guiada por el run-run de un soniquete rancio, antiguo, ultramontano que hiela al más cálido. Jugaba con un montón de nenas y nenes hasta que llegó un señor con barba que se la llevó "al paso alegre de la paz". Se marcharon en taxi porque no el señor no tenía bonobús y se perdieron en un viaje al centro... de la tierra. Enséñale el camino a casa: calle Libertad, barrio del Futuro. La esperamos el día 9 de marzo. Con todas las fuerzas.



La viñeta es de Forges, publicada en El País. Obtenida de www.espaiobertsocialista.wordpress.com


¿Y las demás niñas?


Laura cumplirá mañana seis años. Ha nacido en España y tiene unos padres, madre y padre para ser exactos, con empleo y vivienda (si bien el empleo de su madre no es fijo y la vivienda familiar tiene hipoteca a interés variable). Va a un colegio público y sus padres confían en que la vida le permita alcanzar un nivel razonable de éxito.
Laura habla hasta por los codos y el jueves, mientras cenábamos, me escuchó comentar que no sabía sobre qué escribir hoy. Como un rayo, intervino para decir que si lo hiciera ella pondría que todos los niños son iguales pero que, como todavía no escribe muy bien, mejor que lo escribiera yo ya que no sabía de qué. Además continuó diciendo que daba lo mismo que un niño o una niña tuviera un color de piel u otro porque, como todo el mundo sabe, la carne es de color carne y cada carne tiene el suyo. Y puso ejemplos. Me dijo que mi carne es más morena que la suya y la suya más que la de su hermana pequeña, Andrea, que es clarita y se parece en la piel más a su madre, pero que eso daba igual.
No paró porque Laura es muy locuaz y siguió. Me dijo también que en su cole hay niños que viven con su mamá sólo o con su papá y que hay algunos que viven hasta con su abuela. Y también da lo mismo. Como aquellas muchachas que un día cenaron en casa y que eran novias; cuando se casen y tengan niños, ¿qué más dará?, ¿es que serán distintos? Así que terminó: “Pon eso: que todos los niños somos iguales”
Siguió cenando su tortilla con normalidad, y quesito fresco, como si no hubiera dicho nada importante. Pero la realidad es que estuvo unos tres minutos hablando, entre los otros novecientos que no calla, con una solvencia propia de su edad pero, por encima de todo, propia de la verdad. Sorprende a este bobo, con la baba caída, que las cosas trascendentes tengan una solución tan fácil, vista a vuelo de niña. Cuando media España se regocija en el cuento del debate entre los principales candidatos, el de esa niña nacida en España y bla bla, otra niña (cuya mayor inquietud, afortunadamente, será a qué jugar con su hermana mañana) desbarató en tres minutos también, en un ambiente más privado pero infinitamente más mágico, ese discurso irreal.
Si me faltaba alguna, Laura me dio la última razón. No se trata de lo que dijo el señor del cuento sino de lo que no dijo: de todos a los que dejó fuera porque no caben en su visión estrecha. También son. Y deben estar. Votaré el día 9 para que quepan todas las niñas.