sábado, 26 de abril de 2008

LAS VACAS NO LEEN



Las vacas no leen
Lo que leemos dice mucho sobre lo que somos y también sobre lo que queremos ser. Hay imágenes formidables que se encuentran en las páginas de una buena novela, pasajes estupendos que se pueden encontrar en los párrafos de casi cualquier libro. La vida, que se hace con historias, se puede escapar un rato de su normalidad al zambullirse en la lectura de cualquiera otra inventada, descrita, narrada, intuida, simulada o dispuesta ordenadamente, letra tras letra, espacio tras espacio, en unas cuantas hojas encuadernadas.
Me gustan los libros. No sólo leerlos, también verlos. Me parece bello el tono de libro usado cuando amarillea. En general, me gusta personificar las cosas. Sé que un libro es un objeto pero también que es de alguien o que puede ser de varias personas, que puede cambiar de manos y, por tanto, es como si se le diera vida. Muchas veces me parece que un libro aún no leído está nada más que a la espera de serlo y no importa tanto por quién. En realidad, casi ni cuándo. Hay historias en los libros e historias sobre los libros pero sobre todo, si no lo leo, me interesa la historia de ese libro. Da igual el que sea. Dejamos parte de nuestros recuerdos en los libros que tenemos. Muchos pasan sin pena ni gloria por nuestras manos pero otros, es una suerte que sean más, dejan de estar en nuestras estanterías, mejor o peor puestos, para cambiar de lugar. A otra estantería, a otro lugar, a otra vida…y se llevan parte de la nuestra (y es una suerte que sea mucha parte).
En estos días se multiplican las ferias del libro. Son una fiesta de la literatura buena, de la lectura rápida, de la de evasión. Todas valen. Es una ocasión para celebrar el lenguaje y las letras. Es la república donde reina la imaginación, el triunfo de la gente normal que escapa de lo cotidiano, disfrazándose de heroicidades anónimas. Es la verdad de los versos de Cummings: “Mientras tú y yo tengamos labios y voz / para besar y para cantar, / ¿qué nos importa si algún hijo de tal / inventa un instrumento para medir la primavera?” Estas ocasiones de cruces de libros me enseñan que, aunque siempre se puede tener uno nuevo, tiene una magia enorme regalar el propio. Es como darse a uno con el libro.
Igual que Alicia celebraba su no-cumpleaños, cualquier día es bueno para vivir la lectura. La “Bola de Cristal” mostraba un campo poblado de vacas pastando. Se alejaba la cámara y una voz en off decía: “Si no quieres ser como ellas, lee”. Mejor, sin mugir.

sábado, 19 de abril de 2008

MANDEN FIRMES


Carme Chacón es la nueva Ministra de Defensa. Ocho mujeres más la acompañan en distintas responsabilidades en el gabinete del presidente Zapatero. Berlusconi ha puesto voz con su criterio sobre el "gobierno rosa" de Zapatero a una obsesión de cierto sector humano que se afana en la política: ¿mujeres?; vale, pero sin pasarse.

Celebro el ánimo pedagógico del gobierno, la audacia de Zapatero y una vuelta más en la presión para seguir cambiando el país. Donde algunos ven provocación, yo distingo normalización. La autoridad civil,. femenina, manda firmes: la historia empieza a escribirse de forma neutra.
La imagen es la portada del Herald Tribune en su edición web, reproducida en España por www.diariocritico.com, obtenida de google images.
Manden firmes
La mayor revolución de nuestro tiempo es la incorporación de la mujer al poder. El poder, escrito siempre en masculino –universal y, lo que es peor, mayúsculo – ha sido sacudido por una ola cercana cuya virtud radica en normalizar una relación de fuerzas que se vive en la sociedad pero no se percibía tanto en su dirección. Las mujeres que se dedican a la cosa pública tienen el mismo valor que los hombres, sin duda. No me inquieta como varón compartir, no necesariamente competir, responsabilidad, dedicación e impulso.
Ensombrece, en cambio, mi diagnóstico el hecho incontestable del machismo montaraz. El estremecedor estruendo mediático de quienes se molestan con cualquier decisión audaz de este gobierno, todavía caliente la victoria e indigesta la derrota, no me sorprende: me apena. Tanto como que cuestionen el cambio operado en la portavocía de la bancada conservadora, en las manos ahora de una mujer joven. Esperar a criticar políticas, acciones decisivas en la marcha del gobierno del país o en los planteamientos de la oposición, resulta pedir mucho: la impaciencia de determinados hombres y la escasa confianza en sus posibilidades humanas (que no masculinas) son las que se ponen de manifiesto. Obviamente, suman además una importante dosis de estupidez. Mientras el mundo avanza, ellos se descolocan, se estacan y – en lugar de reubicarse intelectualmente, aunque tuvieran que ponerle mucha voluntad – montan en cólera.
Menos histerismo vendría bien. El machismo que sitúa la condición histérica en su base etimológica (alteración nerviosa de quien tiene útero) adopta ese patrimonio y lo exalta en su propaganda. Machismo y propaganda, curiosos maridajes cercanos a las formas políticas de dominación. Nueve ministras y más de veinte millones de ciudadanas les contemplan entusiasmadas. Riéndose a brazo partido.
Es una lástima anclarse en una posición tan retrógrada y aplaudirla. Personalmente me importa un bledo la condición sexual, la ropa que vistan, el tipo de novelas que lean, la comida que les guste y el género que tengan quienes dirijan mi país. Me importa, y mucho, cómo lo hagan, los valores que transmitan, el poder que ejerzan y el valor que rindan. Y además me gusta que una persona, con paso decidido, avalada por su gestión (y por su elección) pase revista bajo la bandera y con arrojo y templanza mande firmes. Mujer, embarazada y ministra. Eso ya me encanta. Yo lo defiendo.

sábado, 12 de abril de 2008

¡VIVA LA REPÚBLICA!




He escrito antes sobre la República en este blog y en el periódico: El valor de la República y, en menor medida, La bandera del patriota reflejan con éste una buena síntesis del planteamiento que tengo sobre la cuestión. El 14 de abril de 1931 se proclamó la República en España por segunda vez. Un sistema democrático rigió España durante cinco años y poco más. Tuvo errores en un tiempo de pasión política y ebullición ideológica en el marco de referencia europeo que se preparaba para asistir a la mayor convulsión histórica que nos dio el siglo XX, la segunda guerra mundial. Con sus carencias, la República española fue determinante en nuestro tiempo y es una influencia de capital importancia para las democracias que vinieron después, incluida la nuestra.
La viñeta es de Forges del libro Historias de aquí, esta colgada en lahabitación101 de wordpress . Explica la historia de la bandera republicana, cuya imagen se encuentra al otro lado. Ambas han sido obtenidas de google images.

¡Viva la República!


España mañana será republicana. Uno de los canales generalistas de la tele plantea un atrevido reportaje documental que parte de la base de un pasado que nunca fue. La guerra tuvo un giro en la Batalla del Ebro, el ejército español asestó un golpe certero al rebelde en Badajoz y la historia cambió hasta el punto que nos contarán. España en la Unión Europea desde los años cincuenta, Juan Carlos de Borbón preside el COI y José María Aznar alcanzó la presidencia de la República, compartiendo espacio vital con una bandera española tricolor espléndida. Es una atrevida ucronía interesante.
He sostenido ya que me importan los valores, no tanto los colores. Pero también me importan. No puedo añorar lo que no he vivido pero ¿y si dejamos que la mente viaje en el curso del recuerdo de otros? No tengo duda de la virtud democrática de la República como forma de gobierno. La realización del ideal republicano es una responsabilidad cívica democrática desde mi punto de vista y, como se trata de un campo ideal, puede sumar no sólo a los juancarlistas sino incluso a los monárquicos de verdad. La República en que yo creo tiene la bandera tricolor y se afirma en la historia con el orgullo de la conquista de la libertad en un país no siempre acostumbrado a ella pero no es imprescindible. Lo que resulta crucial es que el civismo republicano se viva. Confirmo (a falta de dos días del aniversario de la patria del mes de abril) mi condición republicana pero afirmo con la misma intensidad mi compromiso demócrata militante. Reitero: prefiero una patria que no moleste. No quiero depravarme en la virtud del patriotismo, como Wilde.
La República es una forma de concebir la relación de la ciudadanía con el poder público con base exclusiva en el mérito personal, la igualdad de los seres humanos ante la ley, el respeto a las libertades y los derechos ajenos. Es el cuadro de Delacroix, “La Libertad guiando al pueblo”. Es el Madrid de antes de la guerra en la obra de Fernán Gómez, “Las bicicletas son para el verano”.
La segunda República española fue un tren de progreso perdido al que nos volvimos a subir en esta democracia actual, imperfecta como todas y ocasionalmente errática, pero con base en el mérito, la igualdad y el respeto a la libertad propia y a las ajenas. El catorce de abril muchas personas recordarán lo que no han vivido en su ucronía personal. Aplaudo la valentía audaz de la Sexta, pero ellos y yo nos conformaríamos sólo con la Tercera.

sábado, 5 de abril de 2008

LAS HIJAS (Y LOS HIJOS) DE LA VIDA



Cambian los tiempos y la mayoría de las veces nos resistimos al cambio. Nos aferramos a la responsabilidad que tenemos, o la que creemos tener, para no tomar decisiones que nos pueden liberar más - y hacernos mejores, en tanto que más genuinos. En realidad, es posible que a través de la asunción de estándares éticos aprendidos, generación tras generación, sustituyamos el esfuerzo de montar nuestro propio estándar ético y defenderlo. ¿ Y si lo que llamamos responsabilidad fuera sólo otra forma de egoísmo?
La viñeta, genial como de costumbre, es de Forges. Publicada en El País, obtenida de google images.
Las hijas (y los hijos) de la vida

Recuerdo que, cuando era un chavalote, enfadaba a mis padres al decir que yo no era de nadie cada vez que ellos resaltaban la obviedad de ser hijo suyo. En estos días, he reflexionado un poco sobre la condición de ser padres hoy y también ser hijos – e hijas. En compañía de otras personas, hemos llegado a la conclusión de que esto (vivir) es un continuo volver a empezar. Entre equivocación y acierto, lo normal es no saber muy bien dónde nos dirigimos. No resulta fácil.
He escuchado no hace mucho tiempo que estas épocas de cambios de roles sociales, de coexistencia de varias escalas de valores, requieren modelos nuevos para afrontar problemas y retos nuevos. Aprender comportamientos para enfrentar, y soportar, estas mutaciones profundas de una sociedad en constante ebullición es en cierta manera instaurar una nueva ética personal que pone en cuestión lo que ya se conoce y deja de aferrarse al sistema que hemos vivido, casi como único posible, de relación padres-hijos. No digo que el modelo de relación que mi generación ha interiorizado sea negativo; al revés, me parece que es muy positivo y que ha servido fuertemente a hacernos lo que somos, pero intuyo que nuestros hijos, nuestras hijas, no tienen la misma percepción y es un ejercicio de responsabilidad necesario desaprender. Si desaprendemos, que no es más que cuestionarnos – sin perder el cariño – lo que damos por sentado y valorar la posibilidad del cambio (que no significa asumir obligatoriamente alterar el rumbo), podemos descubrir muchos aspectos interesantes y crecer al ritmo que crecen quienes más nos importan. Si lo pensamos bien, al desaprovechar la oportunidad de crecer a su lado, cuando crezcan del todo, nos alcanzarán e incluso nos superarán. En ese momento seguirán precisando criterio y quizás ya no tendremos uno mejor que ofrecerles.
La clave puede estar en el principio. No son del todo nuestras - ni nuestros: son de sí mismos. Los padres y las madres somos instrumentos, instrumentos cualificados, si se quiere, y especialmente vinculados por el amor, pero no somos sus dueños. Nuestros hijos y nuestras hijas son bebés, personitas, y finalmente personas cuya responsabilidad y obligaciones calibrarán por sí mismos, con independencia. Exactamente igual que nosotros. Aprenderlo a su lado, desde cualquier lugar, es la mejor escuela. Las hijas (y los hijos) de la vida –compleja, cambiante y maravillosa - deben ser nuestros maestros.