sábado, 21 de julio de 2007

MUJER BLANCA CASADA ENCUENTRA

Como en aquella película de título antónimo, aunque no muy parecido en su argumento, intento trazar las huellas de una pelea frecuente en nuestros días. Ahora que vivimos datos positivos de creación de empleo, cuando se incorporan al mercado laboral muchas personas o mejoran su posición en ese ámbito, cuando los datos macroecónomicos son, según los analistas, brillantes, corremos el riesgo de no plantear batalla en los pequeños asuntos, la microeconomía que hace reales las grandes magnitudes. Lo que expongo aquí es uno de esos frentes: la incorporación y, sobre todo, la permanencia de la mujer en el mercado laboral en términos de estricta igualdad con sus compañeros varones. Propongo un juego: pensemos en nuestra posición laboral, la que disfrutamos actualmente, y después imaginemos que tenemos otro sexo. Si descubrimos que nuestra posición cambiaría, habrá un camino por andar.


Mujer blanca casada encuentra

La historia que propongo es cotidiana. M es una mujer capaz, con una experiencia laboral prolongada, que cometió un grave error privado: casarse y, después, ser madre. El mercado laboral entendió que era menos competitiva. Pero nadie se preocupó de su competencia. Ya no importaba que fuera competente y se quedó fuera. Luego se acostumbró a la nueva situación y aprendió a disfrutarla con intensidad, considerando que sería un paréntesis en su carrera profesional. Lo empleó con gusto en desarrollar una faceta personal, hasta entonces inexplorada. Por último, llegó la cadena de decepciones. Cuando hubo enriquecido sensiblemente su intimidad, decidió dar los pasos para reincorporarse en el mercado laboral. Comenzó a andarlos sin titubeos pensando que le sería tan difícil como a cualquier otro (no es casual el masculino) pero dispuesta a afrontar la búsqueda con decisión y optimismo. No, no, no, y después del no, otro no. Y así hasta minarlo todo, llegando a dudar de la capacidad propia, adquirida tras largos años de formación y experiencia profesional. Una sombra de lo que fue es lo que era. Siempre lo mismo: como está casada, perderá disponibilidad; como es madre, desatenderá sus obligaciones laborales. Reengancharse al trabajo era de lo más duro e ingrato. Y no daba frutos: sumaba desazón.

Se miraba en su entorno, en su familia, en sus hijos y se devolvía una imagen seria, triste, agobiada. Cada vez con más frecuencia tiraba antes la toalla, la habían acostumbrado a no pelear en una lucha que sin comenzar iba perdiendo y ya no consistía en conseguir trabajo sino en conservar la dignidad. Pensaba que la habían derrotado definitivamente. Y lo peor es que apenas le dolía.

La historia de M es la de las mujeres que se esfuerzan en dar lo mejor para recibir muy poco o nada de un mercado laboral que todavía las excluye por los mismos motivos que valora a los hombres: lo que para ellos supone estabilidad, a ellas las idiotiza profesionalmente. Es la injusticia de mantener fuera del sistema a la mitad del tejido productivo del país. Es la torpeza hecha negocio, sin percatarse de que rentabilidad y competitividad se escriben en femenino.

Hace unos días vi a M con una sonrisa inmensa. El lunes empieza a trabajar. Un empresario joven, varón, emprendedor e inteligente, le ha ofrecido un puesto decente. No le preguntó si estaba casada. Yo les he contado esto a mis hijas, mujeres algún día, y les he dicho que cuando sea mayor quiero ser mujer para pelear como M, como una más. Para que no sea su lucha. Para que ya no haga falta.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

hola!he leido tu articulo y me ha gustado mucho.es cierto que el mundo laboral esta hecho por hombres y para hombres.yo levo trabajando 30 años y la verdad es que he tenido suerte,he trabajado con mas hombres que mujeres y posiblemente eran los mas liberales de este pais y no he tenido problemas a la hora de relaccinarme con ellos,pero si recuredo la primera pregunta que me hacian los empresarios¿tiene novio? y yo me preguntaba¿y a ti que te importa mi vida privada?estoy o no estoy cualificada para desempeñar el trabajo.pero claro ,las mujeres se casan,tirenen hij(algo que tambien hacen los hombres,por cierto)pero claro es distinto(yo no veo la diferencia).en definitiva,por no extenderme mas,vivimos en una sociedad patriarcal(no creo haber descubierto nada nuevo¿verdad?)gracias por dejarme entrar

Anónimo dijo...

Gracias por entender tan bien y tratar un tema, que para muchas de nosotras es un problema, con tanta delicadeza y sensibilidad, tu M tiene mucha suerte de tener a alguien como tu.En ocasiones haste he tenido que escuchar que no trabajo porque no quiero, por que estoy mejor en casa, o que si tengo hijos para que quiero trabajar que eso es abandorarlos, aparte de que le quito un trabajo a un padre de familia, bueno pero yo sabia que esto iba a cambiar y cambió, asi que me identifico claramente con M, gracias de nuevo Ricardo, cada vez me gusta mas tu blog a ver si los promociono y entran mas personas.

RICARDO VERA dijo...

Gracias anónimo y ginebra por entrar.

Me complace ver que estáis de acuerdo con los planteamientos del artículo.

La suerte que anónimo dice haber tenido con los hombres con quienes ha trabajado no es tan infrecuente. Justo por eso, es tan duro enfrentarse como mujer a una posición habitualmente machista del mercado. Comparto con tu comentario el hecho de que esta sociedad tiene que avanzar necesariamente a términos de igualdad clara que primen la cualificación intelectual, no la biológica.

Ginebra, que empieza a ser habitual en el blog, deja un comentario que la identifica con la historia de M. Me alegro porque M es real, existe y su historia es verdadera y estoy seguro de que tod@s conocemos casos como el que escribo. Por cierto, nunca he dicho que M fuera "mi M". Aunque me parece bien que lo hayas interpretado así. Las historias adquieren independencia en sus lectores.

Gracias por vuestros comentarios. Me alegra mucho recibirlos.

Anónimo dijo...

Otra vez tengo que entrar en su blog para felicitarle por su nuevo artículo.
Me parece que este país tiene que cambiar mucho respecto a este tema.
Todavía, en el año 2007 las mujeres no estamos en la misma igualdad frente a los hombres en el trabajo.
¿Por qué yo, teniendo la misma capacidad que un hombre, simplemente por el hecho de tener hijos o pareja me obligan a renunciar a un tarbajo para el que estoy capacitada?
Todavía me produce más vergüenza aún, cuando escucho de mujeres jóvenes comentarios machistas:- Si yo fuera empresaria no contrataría a ninguna mujer.
Me alegro mucho por M. ya que ella, después de un largo recorrido para encontrar trabajo lo ha consegudio. Felicidades!!
Gracias

RICARDO VERA dijo...

Gracias por entrar de nuevo.

No hay ninguna razón para conservar un sistema machista en relación la mercado de trabajo. No sólo me parece una injusticia sino que supone, en mi opinión, una estupidez en términos empresariales.

Los trabajadores, con independencia de su sexo, mejoran la competitividad en entornos amables. Un ambiente no sexista procurará a corto plazo la subsanación de una deficiencia histórica, el mantenimiento de la mujer en el mercado laboral, y a medio plazo una mejora económica a gran escala. Es una realidad económica contrastable desde hace años en el norte de Europa. Si el modelo existe y funciona, es una torpeza no instaurarlo cuanto antes. Exige un cambio de mentalidad, de cultura y posiblemente de leyes en el camino que ha marcado la necesaria y convincente Ley de Igualdad recientemente aprobada.

Gracias de nuevo. Transmitiré la felicictación a M. cuando la vea.

Anónimo dijo...

y ahora M se fue a la mierda....