sábado, 24 de mayo de 2008

DÍAS DE PAGA

En pleno comienzo del debate de la financiación autonómica, vuelven a alzarse (¡qué casualidad!) quienes entienden que la solución-panacea de los problemas ocasionados en lo público en el país se solventarían con un centralismo fuerte. Frente a ese planteamiento, expongo mi opinión al respecto y añado en esta entradilla dos cuestiones que me parecen también importantes. Una, la financiación no debe sostenerse sólo para los servicios esenciales tal y como se configuraban hace diez o incluso cinco años, sino que deben orientarse también a otros aspectos fundamentales como la vivienda o la justicia. Y dos, completado el proceso de financiación autonómica, es obligado ya actuar con la misma intensidad descentralizadora, que ha dado muchos y buenos frutos, hacia el beneficio de los gobiernos locales. La descentralización es una receta válida para la gestión de las necesidades de las personas; no tiene sentido limitar sus efectos por escasa visión o limitar su ámbito por practicar un nuevo centralismo autonómico.
Días de paga

Es muy complicado entender las claves de la financiación económica de las comunidades autónomas. Deben existir unas cuantas tesis doctorales de diferentes materias escritas sobre ese tema pero es la visión práctica de una cuestión compleja lo que allana el camino de lo más dificultoso. Intentaré expresar mi parecer sobre el asunto de forma comprensible, como cuando éramos pequeños y nos daban la paga: es una negociación.
En primer lugar, discutir la financiación con las autonomías no es malo: es absolutamente imprescindible. Lo es porque esta importante cuestión económica tiene tracendencia estatal y las autonomías son Estado también, de forma que no se sostendría una formulación unilateral de una parte del Estado –gobierno central- sobre otra parte del Estado – gobiernos autónomos.
La política, y también la económica, se hace para (y con) los ciudadanos. Así, lo esencial que ha de garantizar esta necesaria revisión es que todos tengan acceso igual a los servicios públicos fundamentales, con indepedencia del territorio donde vivan. Como en su mayor parte están felizmente transferidos a las Comunidades Autónomas, éstas deberían contar con la garantía estatal que asegure una prestación efizaz de los servicios. Pero además debe avanzarse hacia una mayor cesión de impuestos estatales y más capacidad normativa sobre la fiscalidad en el ámbito autonómico. Los gastos se pagan con ingresos; no parece lógico tener que asumir la prestación de un servicio sin poder decidir cómo se paga.
No se trata de adelgazar al gobierno central y engordar las autonomías, sino de encontrar un equilbrio mejor que garantice solidaridad con las partes menos favorecidas del país y redistribuya los ingresos en las administraciones en función de su nivel real de gasto en beneficio de los ciudadanos. Y ésta es la llave esencial de mi reflexión porque los servicios se prestan a la gente, no a los territorios. No es el Hércules del escudo de Andalucía el que va al médico, acude a un colegio o necesita vivienda, sino un fulanito o una menganita de carne y hueso que vive aquí. Las cuentas deben hacerse sobre ellos, aunque se introduzcan correctores. La población es el aspecto crucial en términos cuantitativos, cuántos somos, y cualitativos, cómo vivimos. El número señalará el marco y las características sociales de la población afinarán el diagnóstico.
Es el momento para dejar a los padres en casa. Las autonomías tienen que crecer ya que la paga no dura siempre.

1 comentario:

Anónimo dijo...

si todo el mundo lo entendiera así,otro gallo cantaria.saludos