sábado, 17 de mayo de 2008

BERLUSCAOS

Lamento no haberlo colgado antes. Aunque no merece mucho la pena, sí expone -con poco acierto- mi planteamiento acerca del gobierno de Berlusconi en Italia. Me preocupa que una derecha tan rancia se convierta en un referente para muchos en Europa.
Berluscaos
Un día después de la celebración del Día de Europa tenemos más motivos para pelear que sólo para festejar. Un continente culto, sostenido en una visión democrática de la sociedad, organizado estratégicamente en el mantenimiento de la paz, históricamente quebrada en una proporción escandalosa en la primera mitad del siglo XX, ha conseguido a través de su unión fortalecer lazos estrechos de países dispares pero vinculados por su pertenencia geográfica. Mi amigo Pepe, en su profunda dispersión, signo inequívoco de su sapiencia, me cuenta que escribir sobre estas cosas intentando dar apariencia de seriedad puede provocar que resucite algún fantasma del pasado.
Esto también lo ha debido escuchar Berlusconi. El tal Silvio ha escorado su gobierno arriba y a la derecha. Independientemente del personaje, nos retrotrae a la historia. En la primera construcción europea, Italia configura su sistema sobre la base de impedir los extremos. El Partido Comunista ganaba las elecciones pero todos los partidos menos radicales se unían para impedir su gobierno, debido a la tutela de los Estados Unidos y su tensión por patear el culo soviético en las democracias europeas. Tiempos remotos. La clave residía en evitar el extremo.
En todos los procesos de unificación de Europa, Italia ha supuesto un elemento de color. El exotismo que desprende su primer ministro, las declaraciones sobre el nuestro y su modelo de igualdad de oportunidades son un nuevo reto en el proceso de inclusión de los países que miraban como una oportunidad de progreso unirse a la Europa política construida en…¡ Roma! El gobierno italiano no ha comprendido la lectura de las elecciones; no le dieron carta blanca para entregar al norte industrial el dominio sobre las decisiones ni obtuvo la conformidad para sacar al Duce de su tumba y repartir carteras a los fascistas.
Europa apenada contempla el espectáculo. La rocambolesca composición de la orquesta que ha montado Silvio Berlusconi ataca la idea que queremos construir. No hace honor a la cultura básica que desde Italia, cuando no era todavía Italia, conformó una primera unidad geopolítica en el continente. Cabe la posibilidad de que Berlusconi no gobierne sino que defeque.
La dimensión desconocida a que se aventura el futuro próximo nos adentra en un mundo inquietante. No será por lo que esta pandilla de déspotas sin ilustrar consiga desde allí pero salvar Europa vuelve a empezar en Roma.

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