sábado, 8 de marzo de 2008

LA BUENA SUERTE

Cuando envié este artículo al periódico no se conocía la noticia del asesinato de Isaías en Mondragón. Toda la tarde estuve dudando si cambiarlo o no. Decidí no hacerlo. Supongo que la vida no debe ser marcada por el interés de estos asesinos. In memoriam.
La buena suerte

La suerte es siempre buena. Cuando es mala se llama mala fortuna. Pero más allá de este tópico, tantas veces irreal, lo verdaderamente cierto es que la suerte hay que buscarla y aún así es huidiza, esquiva, en ocasiones compleja y rara vez plena. La suerte merece explicaciones.
Vayamos por partes. La búsqueda de suerte exige voluntad. Algo que me enseño mi padre es que hay que pelear los temas si queremos que se conviertan en realidad. Decía que si haciendo las cosas bien salían mal…figúrate haciéndolo mal. Perdamos complejos: lo que importa es que interioricemos que la suerte es una cuestión primaria de voluntad. Hay que desear tener buena suerte y perseguirla. Eso es parte de la felicidad, que es el mayor objetivo decente.
Parte dos: firme la voluntad, razonemos. La razón sigue a la voluntad en el patrón más común de los seres humanos. Es cierto que lo lógico es que fuera al revés, que la voluntad hiciera lo que la razón dictase, pero casi todos somos conscientes de que nuestra voluntad es más bien facilona y habitualmente tiende a requerirnos poco esfuerzo. Somos cómodos, de acuerdo: podemos aprovecharlo. Hemos decidido querer tener suerte así que pongámosle razón. La razón aquí es el descubrimiento del camino que nos procura el mejor porcentaje de éxito a la voluntad cierta de tener suerte. Razonemos comparando, indagando, dudando, incluso proponiendo, pero razonemos.
Esto no es descansado. Es más, estresa. Buscar tener suerte cansa. Pero si no nos cansamos un poco, no podremos lograrla. Aun haciéndolo así, lo más probable es que nuestros anhelos se queden en meros intentos. Merece la pena probar. La búsqueda de la suerte necesita actividad, acción. Nadie lo hará por los demás, eso es seguro. No se levanta una persona corriente por la mañana pensando que va a tener suerte por su vecino. Eso no funciona así, o el vecino busca su suerte o puede esperar sentado que alguien se la comparta. Moraleja: actuemos. Cansa pero compensa.
Sumemos. Voluntad, razón y acción igual a suerte más próxima. Hagamos una reflexión, que el día lo pide: multipliquemos nuestra suerte deseada por cuarenta y cinco millones de seres que comparten este trozo de tierra concreto. Una suerte colectiva de buena suerte es posible si queremos, si pensamos y si actuamos. Quererlo no es bastante y pensarlo no es suficiente. Es imprescindible actuar para que lo queremos sea. O hacemos lo que debemos o no hay buena suerte.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pues sí,la suerte o buena suerte se busca aunque no siempre y ni de lejos,se cumple la profecía.Porque aparte de buscarla,lo que predispone a un cierto optimismo y vitalidad,sino tampoco,hay que poder encontrarla que no siempre es fácil,lo que sí que es relativamente fácil es actuar,pero actuar en consecuencia con los actos de cada día,lo cual requiere reflexión diaria también,que a su vez requiere tiempo,esfuerzo y ganas.Buena entrada y políticamente correcta,un saludo.Goroka