sábado, 5 de abril de 2008

LAS HIJAS (Y LOS HIJOS) DE LA VIDA



Cambian los tiempos y la mayoría de las veces nos resistimos al cambio. Nos aferramos a la responsabilidad que tenemos, o la que creemos tener, para no tomar decisiones que nos pueden liberar más - y hacernos mejores, en tanto que más genuinos. En realidad, es posible que a través de la asunción de estándares éticos aprendidos, generación tras generación, sustituyamos el esfuerzo de montar nuestro propio estándar ético y defenderlo. ¿ Y si lo que llamamos responsabilidad fuera sólo otra forma de egoísmo?
La viñeta, genial como de costumbre, es de Forges. Publicada en El País, obtenida de google images.
Las hijas (y los hijos) de la vida

Recuerdo que, cuando era un chavalote, enfadaba a mis padres al decir que yo no era de nadie cada vez que ellos resaltaban la obviedad de ser hijo suyo. En estos días, he reflexionado un poco sobre la condición de ser padres hoy y también ser hijos – e hijas. En compañía de otras personas, hemos llegado a la conclusión de que esto (vivir) es un continuo volver a empezar. Entre equivocación y acierto, lo normal es no saber muy bien dónde nos dirigimos. No resulta fácil.
He escuchado no hace mucho tiempo que estas épocas de cambios de roles sociales, de coexistencia de varias escalas de valores, requieren modelos nuevos para afrontar problemas y retos nuevos. Aprender comportamientos para enfrentar, y soportar, estas mutaciones profundas de una sociedad en constante ebullición es en cierta manera instaurar una nueva ética personal que pone en cuestión lo que ya se conoce y deja de aferrarse al sistema que hemos vivido, casi como único posible, de relación padres-hijos. No digo que el modelo de relación que mi generación ha interiorizado sea negativo; al revés, me parece que es muy positivo y que ha servido fuertemente a hacernos lo que somos, pero intuyo que nuestros hijos, nuestras hijas, no tienen la misma percepción y es un ejercicio de responsabilidad necesario desaprender. Si desaprendemos, que no es más que cuestionarnos – sin perder el cariño – lo que damos por sentado y valorar la posibilidad del cambio (que no significa asumir obligatoriamente alterar el rumbo), podemos descubrir muchos aspectos interesantes y crecer al ritmo que crecen quienes más nos importan. Si lo pensamos bien, al desaprovechar la oportunidad de crecer a su lado, cuando crezcan del todo, nos alcanzarán e incluso nos superarán. En ese momento seguirán precisando criterio y quizás ya no tendremos uno mejor que ofrecerles.
La clave puede estar en el principio. No son del todo nuestras - ni nuestros: son de sí mismos. Los padres y las madres somos instrumentos, instrumentos cualificados, si se quiere, y especialmente vinculados por el amor, pero no somos sus dueños. Nuestros hijos y nuestras hijas son bebés, personitas, y finalmente personas cuya responsabilidad y obligaciones calibrarán por sí mismos, con independencia. Exactamente igual que nosotros. Aprenderlo a su lado, desde cualquier lugar, es la mejor escuela. Las hijas (y los hijos) de la vida –compleja, cambiante y maravillosa - deben ser nuestros maestros.

5 comentarios:

MSM dijo...

La viñeta efectivamente genial. En muchas ocasiones nos aferramos en dar "de todo" excepto lo realmente importante, a nosotros mismos.
Se me agolpan muchas ideas. Cada frase... una reflexión.
Estoy de acuerdo contigo en que la mayoría de las veces nos resistimos al cambio aferrándonos a la responsabilidad que tenemos o creemos tener... No me considero ejemplo de nada ni de nadie, tampoco soy la persona más valiente del mundo... Soy mujer y madre, y en un momento de mi vida tuve que tomar una decisión y dar un cambio por la felicidad de mis hijos(los de la vida) y la mía. No fue fácil, no,... es más fue muy muy difícil... pero mereció la pena! (aunque esto sería para otra reflexión)
Vivir no es fácil, continuamente la propia vida te plantea situaciones que te ponen a prueba, y hay que volver a empezar. Cada decisión trae cambios, responsabilidades...y cuando las asumes, estás bien, tranquilo, feliz con quién eres y con lo que estás haciendo... el corazón te da un vuelco, se mueven esos cimientos que tan bien creías que habías colocado, que tanto te han costado y que no pensabas mover en mucho tiempo... y no es más que la vida que te vuelve a poner a prueba. No, no es fácil.
Nada es fácil, tampoco la relación padres-hijos, y los que somos padres podemos entenderlo un poco mejor porque hemos estado en los 2 roles. Los consejos, las inquietudes, las emociones, las preocupaciones se viven de distinta manera.
Y cada vez que la vida te pone a prueba a ti, también lo hace con tus hijos (los de la vida)... tienes que pensar en ellos, por supuesto, porque quieres que estén bien, que sean felices... porque son quienes más te importan, por quien darías la vida.
NO ES FÁCIL, PERO QUE BELLO ES VIVIR!!!

Anónimo dijo...

Los padres están ahi porque creen que sus hijos no deberian cometer los mismo fallos que ellos una vez hicieron, pero no se dan cuenta de que lo que realmente va a hacer crecer a esos hijos para convertirse en adultos un día es precisamente eso, dejadles cometer sus propios fallos. Un saludo y gracias por este buen articulo.

Anónimo dijo...

me há gustado tu articulo.no puedo opinar porque no soy madre pero para las generaciones anteriores debe ser muy dificil pensar que sus hij@s-os no son "suyos".

RICARDO VERA dijo...

Hola a tod@s. Tenemos novedades anónimas y con nick, msm. Bien. Por cierto divain, como siempre un placer leerte. Te recuerdo que la entrada también dice que el sistema que hemos interiorizado es muy positivo. Los de las generaciones pasadas, que siguen vigentes, harían bien en leerlo todo, pero comparto contigo que es dificil que vean las cosas de otra forma...¡tanto como que yo las vea de la suya! Muchos besos.

Anónimo, estoy plenamente de acuerdo contigo. La libertad de equivocarse es posiblemente una de las más íntimas y las que generan mayor aprendizaje. ¿No decían que nadie escarmienta en cabeza ajena?

Msm, bienvenida por aquí. Tu comentario es abrumador. Cuando escribo, intento transmitir el propósio que inició el blog, construir, y particularmente el que inspiró "Los cuentos que vivimos", aquella entradilla que explicó por qué se llama esto " el insolente perro". Recibir comentarios como el tuyo hace pensar que quizás funciona.

Para tu información: yo soy hombre y padre y no soy el más valiente del mundo, pero - como tú - no renunció a la audacia. No me asusta lo difícil. Como dice Pedro Castro, el fantástico alcalde de Getafe, "lo difícil ya lo hemos hecho, lo imposible tardamos un poco".

En fin, comparto contigo que buscar la felicidad es un modo de empezar a alcanzarla y los vuelcos de los corazones, de esos cimientos que dices, no sn siempre un riesgo. Fíjate que los rascacielos más altos tienen que soportar en su estructura movimientos sísmicos ( normalmente algo más grandes que un vuelco)

Nada es fácil, pero que sea díficil no significa que no pueda hacerse ni que no quiera hacerse.

Esto sigue abierto. Nos leemos.

Feliciti dijo...

En esta época que ahora transito, me ha sido muy gratificante leer esta entrada,un saludo!