viernes, 2 de febrero de 2007

El Estatuto que nos hará fuertes

Hoy ha comenzado la campaña del referéndum del Estatuto de Andalucía. Estoy, como sabéis los que habéis leido algo aquí, totalmente de acuerdo con este proceso de reforma estatutaria, que viene desde el año 2000, mucho antes que cualquier pensamiento de reforma en cualquier otra comunidad del país. Estoy convencido de las ventajas que aporta para Andalucía. Cuelgo un artículo que me ha publicado DIARIO CÓRDOBA el 2.02.07.

EL ESTATUTO QUE NOS HARÁ FUERTES

La ciudadanía andaluza se enfrenta a un reto de gran importancia el próximo 18-F. Nos consultarán sobre la aprobación del nuevo Estatuto para Andalucía. La gran transformación experimentada por Andalucía en los dos últimos decenios puede sellarse con una participación responsable. La sociedad andaluza tiene que contribuir decididamente a obtener una alta participación en el referéndum.

El Estatuto se legitimará democráticamente cuando el volumen de votos afirmativos sea mayor que el de negativos pero a nadie se le escapa que una afluencia a las urnas que sume muchos ciudadanos eleva aún más esa legitimidad. Una cuestión aritmética de trascendencia: si el proceso de reforma estatutaria ha sumado los apoyos de un noventa por ciento de nuestros representantes, a salvo de la opción del no que representa sorprendentemente el Partido Andalucista, tiene sentido que los representados, nosotros, refrendemos con nuestro voto afirmativo las opciones políticas que han logrado el Estatuto.

Una participación elevada supondrá un refuerzo de Andalucía en España. El Estatuto, cuya constitucionalidad no admite dudas, ha supuesto una imagen de consenso y unidad en torno a los grandes proyectos de país que resulta envidiable. Sin mucho ruido, impulsado por el PSOE desde el gobierno andaluz, concitando el apoyo desde el inicio de Izquierda Unida y sumando finalmente al Partido Popular, ha trasladado una imagen de seriedad, esfuerzo y sensibilidad que destroza tópicos crueles y reclama su posición esencial en el sistema autonómico español. El Congreso y el Senado aprobaron de forma casi unánime el texto final del Estatuto. El proceso ha sido ejemplar, aun en la superación de las dificultades. El refrendo de la ciudadanía permitirá que los receptores de esos esfuerzos, nosotros, valoremos democráticamente esa gestión y, sobre todo, esa buena imagen. Si no votásemos, no lo podríamos valorar, sencillamente.

La participación refuerza también los contenidos del nuevo Estatuto. El texto incluye importantes novedades jurídicas, sociales y políticas, cuya descripción pormenorizada llevaría mucho espacio. No obstante, es importante destacar que es un Estatuto que permite muchas lecturas en función de los intereses que queramos ver específicamente protegidos. Define nuevos campos en materia de derechos para mujeres, jóvenes y nuestros mayores. Establece un marco más moderno y detallado para los Ayuntamientos. Asume nuevas competencias, particularmente interesantes en materia de agua y relaciones institucionales. Y, esto resulta trascendental, lo hace desde una óptica solidaria, aunque exigente y ambiciosa, con el resto del país.

La participación en el referéndum es una responsabilidad de los andaluces porque hemos sido los grandes impulsores del desarrollo en Andalucía. No podemos esperar que los demás lo arropen como lo haremos nosotros, porque casi nunca nos han brindado el apoyo para impulsar nuestro avance. El 28-F Andalucía entendió que tenía una oportunidad que no podía perder porque vio en el autogobierno una posibilidad de salir del subdesarrollo en que vivía, cargando las culpas de períodos oscuros y arrastrando problemas serios de autoestima como pueblo.

La mitad de la población andaluza actual, la de 2007, no votamos el Estatuto del 28-F. No lo votamos porque no teníamos la edad para hacerlo o ni siquiera habíamos nacido. En cambio, como es lógico, sí que hemos disfrutado las ventajas que nos ha reportado el autogobierno, la autonomía, la apuesta que se hizo por el futuro en 1980. Aquella apuesta ambiciosa nos ha permitido llegar hasta aquí en estas condiciones que, sin ser óptimas, pueden calificarse de brillantes si observamos objetivamente aquel lejano punto de partida. Este hecho nos hace doblemente responsables a quienes no pudimos votar entonces: devolver con nuestra participación el disfrute de los logros alcanzados y garantizar con nuestra participación el avance hacia nuevos logros, para que quienes el próximo 18-F no puedan votar por los mismos motivos disfruten un nivel de desarrollo mayor que el que nosotros hemos gozado.

Necesitamos un nuevo Estatuto porque estamos en pleno auge y desarrollo. Andalucía se moderniza: el Estatuto es el instrumento jurídico que acoge los beneficios de esa modernización. Si hacemos moderna y mejor nuestra vida cotidiana, tenemos que dotarnos de normas más modernas y mejores que lo hagan posible. Con el 28-F, Andalucía se movilizó porque entendió perfectamente que ese Estatuto era la vía para salir del subdesarrollo. De la nada consiguió este nivel de desarrollo. Ahora que partimos de un nivel sólido, seguro y firme, tenemos la oportunidad de encabezar el futuro.

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