domingo, 21 de enero de 2007

EL EFECTO NIMBY

EL EFECTO NIMBY

Los ciudadanos exigimos a los poderes públicos que dinamicen los espacios que los eligen. Eso es bueno y en bastantes ocasiones lo he reclamado. Recibir la comunicación de la ciudadanía para resolver cuestiones concretas, y otras más complejas, debe ser una labor constante de quienes tienen responsabilidad pública: es el trabajo con la ciudadanía el que da sentido al trabajo para la ciudadanía. Pero no es menos cierto que la masa social que justifica y aporta dedicación al deber público tiene también responsabilidades directas para alcanzar niveles óptimos de desarrollo y de progreso. Y, en ocasiones, la sociedad, que por supuesto existe por encima y diferenciada de sus integrantes individuales, falla en sus tareas.

Me explicaré: cuando nos preguntan si estamos de acuerdo con que se establezcan mecanismos que reduzcan la desigualdad, decimos que absolutamente sí; con instrumentos que mejoren el medio ambiente, también; con herramientas que contribuyan a mejorar la educación pública, igual. Es decir, básicamente somos solidarios. Entonces, ¿por qué falla la solidaridad?, ¿por qué presenta algunas veces grietas tan profundas el sistema?

La respuesta está en que somos solidarios…”básicamente”: solidarios sí, pero. Normalmente todo beneficio tiene un coste de oportunidad, algo que dejamos de hacer al optar por aquello que definitivamente realizamos. Y también, generalmente, todo efecto bueno tiene un componente previo negativo. Efectos necesarios para llegar al fin perseguido, que son habitualmente incómodos.

Queremos que se reduzca la desigualdad pero no pagar más impuestos según nuestro nivel de renta para paliar diferencias. Queremos disminuir contaminación mediante la implantación de más puntos verdes o limpios y la recogida selectiva de basura pero siempre nos parece muy alejado el contenedor de vidrio o papel, que - al tiempo - no queremos cerca de nuestras casas. Queremos educación para todos pero no niños de ámbitos desestructurados en los colegios de los nuestros. Queremos que todo funcione, sí, pero no a nuestra costa: sí, pero no en mi casa, ni en mi ciudad, ni en mi país…ni en mi mundo…Si, pero no. Not in my back yard. No en mi jardín trasero. Efecto Nimby.

La solidaridad es aportar de lo que se tiene para que los que no tienen puedan salir algún día de esa situación y aportar también. Claro que la solidaridad tampoco puede ser unívoca ni exclusiva de unos pocos. Debemos ser, al mismo tiempo, dadores y receptores de solidaridad, a diferentes niveles. La clave está en repartir cargas entre todos con equidad para que no siempre se soporte la responsabilidad del mismo lado. Es cierto que debe existir un umbral máximo de aportación que no pueda superarse pero ello no disminuye la necesidad de diversificar, y aceptar, las cargas de los beneficios sociales.

Ser solidario implica ceder espacios, comodidades y economías que podríamos disfrutar privadamente a favor del colectivo y esas privaciones tienen que ser asumidas porque en caso contrario no existirían beneficios (al menos, no como los conocemos).

El comportamiento del cuerpo social, de la ciudadanía, para la solidaridad es un equilibrio difícil de conseguir, y sobre todo de madurar internamente, pero es estrictamente imprescindible en nuestra sociedad. De cualquier forma, la necesidad que se observa no es un obstáculo para que instituyamos social, política y jurídicamente mecanismos procesales que garanticen que la ubicación física o personal de las cargas no sea arbitraria ni recurrente sino que su elección esté presidida por criterios de racionalidad y eficacia: qué, para qué y - principalmente - cómo y quién, además de establecer en las propias normas el modo de cambiarlas, por si el sistema no consigue adaptarse a la velocidad que la sociedad imponga. Conjugar correctamente esas claves no asegura el éxito pero permite acercarse bastante a él.

El efecto Nimby se come la solidaridad. Alguna vez podríamos aplicar, para variar, el efecto Fimby: first in my back yard.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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