lunes, 1 de junio de 2009

EL VOTO DEL POLLO

El voto del pollo
Me parece que los pollos que adornan el Paseo de Córdoba invitan a una reflexión. Dos pollos, que nos inquietan con su presencia, presiden una pregunta sobre las etiquetas y éste es uno de los motivos presentados para votar en las elecciones europeas. Ciertamente, no resulta extraño que se perciba el Parlamento como una institución poco útil. La campaña pretende captar la atención, pero puede desviarla hacia la apatía y generar el efecto contrario al deseado.
Cincuenta mil personas en la provincia de Córdoba reciben ayudas procedentes de la Unión vinculadas a la Política Agraria Común. Esto se traduce en trescientos veinticinco millones de euros anuales. Estamos en 2009. El próximo año se revisa la PAC y puede que 2013 represente el fin de esta política, tal y como la concebimos hoy. Esta legislatura que comienza ahora, y que terminará en 2014, es por tanto esencial al respecto y la decisión es estrictamente europea. Importa algo más que el etiquetado.
La Unión Europea decide también sobre las OCMs de los distintos sectores como el vino, hortalizas, algodón o aceite. Todos esos sectores, junto con el olivar, son vitales en nuestra economía. Sus reformas se sustanciarán durante los próximos años. El sector del aceite está inmerso en una crisis de precios y esto señala que la regulación actual no sirve. La reforma de la OCM de Frutas y Hortalizas ha puesto en aprietos a los productores de cítricos de la Vega del Guadalquivir y la zona norte de la provincia puede verse afectada por la eliminación de la cuota láctea en 2015. Todas estas cuestiones tienen una importancia profunda y la decisión que se tome en el próximo período, con un nuevo Parlamento y una nueva Comisión, exige implicarse en las votaciones.
Hay que pensar un momento a quién beneficia que Europa no importe. Parece sensato observar el detalle: si se habla de temas europeos, hay que aportar soluciones. Los partidos estarán obligados a definir en primer lugar cuál es su compromiso con la idea de la Unión; segundo, qué oferta política plantearán en el Parlamento para temas económicos esenciales y tercero; qué modelo de desarrollo social quieren ofrecernos. Hay dos posibles: el conservador, promocionado por el pollo, o el progresista, que reivindica la importancia europea. Podemos aprovechar para discutir, debatir y confrontar temas internos pero tenemos la responsabilidad fundamental de decidir el futuro en lo que toca ahora. Incluida la etiqueta del pollo.

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