viernes, 22 de mayo de 2009

DOS ALMAS

Dos almas
¿Cómo se supera el hecho de no creer y vivir esta semana en medio de una marea de pasos, tronos, costaleros, cargadores, nazarenos, penitentes y guiones de procesión repletos de autoridades civiles? ¿Cómo se sostiene la postura ideológica de defender una separación Iglesia-Estado y se consiente el hecho de observar, aplausos incluidos, al Ejército del país, a su Cuerpo de Policía, a la Guardia Civil, a la mismísima Legión, armados con fusiles y pistolas, guardando a quien, para muchos, es paradigma de paz y amor?
Este país, tan complejo y exagerado, tiene dos almas. Una es un ser civil, que paga sus impuestos e hipoteca, con las mismas dificultades que el resto de mortales. Es una persona con los problemas que todos sufrimos con diferente intensidad. Es la que trabaja y decide su futuro con una mentalidad razonablemente abierta. Es la persona que no tiene prejuicios cuando defiende, aun sin afirmarse, la libertad individual como regla básica de funcionamiento social y de relación pública. Es la persona que participa, sin mayor preocupación, en un resumen de tópicos religiosos, convenidos por repetición, sin más consideración que el folclor del momento.
Este ser civil convive con otro, cuya práctica católica es idéntica a la nada pero que convierte esta semana en un campamento de buenas intenciones, aromatizadas con incienso y boato. La religiosidad popular, eufemismo de esta carencia, sustituye a la religión y, al tiempo, procura una defensa encendida de los valores que se encierran en la fe que no se trabaja, ni se vive, ni se defiende el resto del año.
Pedro, al que he conocido, es genuino. Sale en cuatro procesiones. En una, carga. En otra, desfila como nazareno. En la tercera, viste de traje enlutado, portando la urna del Santo Entierro. La cuarta disfruta de su acompañamiento en Protección Civil. Pedro tiene más de treinta años y todavía no sabe leer bien. Cuando le pregunté por qué lo hacía me contestó dos cosas: que lo hacía por el Señor y que lo buscara por su lado izquierdo, que – al vernos – levantaría el pulgar, haciendo una seña para saludarnos. Tiene síndrome de Down.
Una creyente distinta me ha descubierto que el alma que hará de esta semana, llena de oro, de riqueza y de impostura, consciente o consentida, una que sea santa (entre cincuenta y dos), es que Pedro siga aprendiendo a leer. Corriendo el riesgo de que una de sus almas sepa negar, evitaremos que las dos se pierdan en la mentira. En esto creo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Cómo cambian las cosas!!!

Anónimo dijo...

Como dice la cancion, como hemos cambiado.