lunes, 2 de marzo de 2009

EUROPA EN LA ENCRUCIJADA

Europa en la encrucijada

Supongo que no será ésta la única vez que escriba sobre la unión política que nos concierne, aunque ya no tengamos la misma alegría que cuando España se incorporó al escenario europeo en los años ochenta. El próximo junio celebraremos elecciones para elegir el Parlamento Europeo y es importante que percibamos cómo en ese foro también se concentran las tensiones ideológicas que soportan todos los países democráticos de nuestro entorno.
El presidente de turno de la Unión Europea es el checo Klaus. Este político es un defensor ciego del ultraliberalismo, que tanto daño ha hecho a la economía mundial. Es un paladín de las posiciones antieuropeístas, porque englobarlo en el llamado euroescepticismo es un eufemismo irónico en su caso, y añade a esta colección de despropósitos su particular visión sobre el cambio climático, cuyas causas y consecuencias pone en cuestión, auspiciado en nuestro país por la fundación del visionario Aznar (¡felices y curiosas coincidencias!). Presentado el prohombre, que exprime el poder temporal de esta institución europea, no sorprende que montara un espectáculo de mil diablos en la sede parlamentaria, pronunciando un discurso incendiario con una base tan sólida como comparar la Unión Europea con un sistema totalitario.
Klaus no está solo en su concepción de la política en Europa. Las posiciones económicas liberales, que forman un cuerpo político sin más sustrato ideológico que la reducida tesis de adelgazar el Estado para reforzar el mercado, donde todo lo demás esté en función de este principio y sólo cobre cierta importancia cuando sirve a ese interés, incrementarán su peso si las referencias socialdemócratas no asumen el liderazgo ideológico, más difícil de explicar por su mayor complejidad y profundidad, y lo trascienden en el plano político, poniéndolo en práctica sin complejos. El exponente casual del sector liberal-conservador europeo que ha significado Vaclav Klaus en el Parlamento es una anécdota, tristemente protagonista de su nuevo minuto de gloria, pero no lo es la actual mayoría de la Cámara, regulando desde ese polo, que comparte con el presidente checo su vocación europea y su ambición por reforzar democráticamente las instituciones de la Unión: ambas son sencillamente inexistentes.
Las decisiones que tomamos modifican nuestras vidas. Del mismo modo, cuando son colectivas, cambian el rumbo de los acontecimientos. Europa está en un cruce de caminos con esta mayoría, en una encrucijada crítica. Yo apuesto por tomar un nueva dirección.

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