miércoles, 7 de enero de 2009

¿QUIÉN DIJO MIEDO?


¿Quién dijo miedo?
Dos mil nueve se ha despertado triste. El pesimismo sobre el futuro invade casi todo. Me rebelo. En mi opinión, parcial pero libérrima, entiendo que hay que tomar distancia y afrontar el mañana con ilusión.
Conciencia. La primera clave estriba en asumir lo que ocurre. Reconocer lo negativo es el primer paso para recibir la receta oportuna. Nuestro empleo baja, es presumible que vaya a más. La productividad del país es escasa. Como factor externo, pero tremendamente importante, el shock financiero incrementa nuestra desconfianza, aunque no nos toque del todo. Tenemos una pesada administración, burocratizada en exceso, y la responsabilidad del sector empresarial tradicional y la banca española es limitada, porque reclaman ayudas al Estado pero no responden con lealtad, ya que no desechan la flexibilidad en el despido y promueven la moderación salarial – por una parte- y recortan la posibilidad de los préstamos y operaciones de crédito a las familias- por otro. Problemas graves para una sociedad tibia.
Impulso. Apoyo las medidas que se dirigen a disponer la mayor inversión pública desde que se conoce nuestro país como unidad política. Participo del criterio de Krugman, cuando afirma que no es tiempo de preocuparse del déficit estatal, que grava a un ente sin vida, sino de ocuparse de las personas. Me parece acertada la estrategia de pensar globalmente, actuando localmente, a través de los ayuntamientos españoles. Reivindico valentía y altura de miras para promover una reforma fiscal que reduzca aún más la presión fiscal de las economías débiles y modestas, financiando el sistema con un incremento de las rentas altas improductivas y, especialmente, de las prácticas empresariales antisociales. Soy partidario, en cambio, de sostener créditos fiscales atractivos para las empresas que cumplen con el compromiso de mejorar la sociedad que las enriquece.
Voluntad. No necesito pesimismo. No requerimos desconfianza sino intervención pública y responsabilidad social de los agentes sociales. Se puede, pero (sobre todo) se debe. Exijo audacia al Gobierno, visibilidad, capacidad de respuesta y valentía. Si para ello es preciso cambiar el discurso económico, hágase cuanto antes.
Un amigo mío trabaja frente a una cita clásica que afirma que el futuro tiene muchos nombres, pero para los valientes se llama oportunidad. Gente con conciencia, impulso y voluntad es el equipaje que este reto reclama. El futuro es nuestra ocasión. ¿Quién dijo miedo?

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